Friday, October 12, 2007

Ultimos suspiros de la reforma electoral

En los kioscos de las revisterias pueden encontrarse este mes los últimos apuntes explicando los cambios constitucionales en materia electoral.
Voz y voto de Jorge Alcocer, a su vez ingeniero de la reforma, publica tres análisis: uno del propio Alcocer, otro de Lorenzo Córdova y uno más de Woldenberg ya había aparecido antes en Reforma. Creo que lo más valioso de Voz y voto es que incluye el dictamen hecho por los congresistas.
Por su parte, Nexos en su número de octubre incluye dos análisis. En el primero de nuevo Lorenzo Córdova da la bienvenida a la séptima gran reforma -de carácter correctivo más que fundacional- que pone el acento en la calidad de la contienda, es decir, lo que se ha conseguido es llenar las lagunas legales que se habían venido presentando por nuevos fenómenos políticos y situaciones inéditas. Córdova ayuda a aclarar los cambios agrupando la reforma en cuatro grandes ejes temáticos: régimen de partidos; las condiciones de la competencia; medios electrónicos y contienda política; autoridades electorales.

En otro apartado Ciro Murayama, con datos precisos, centra su estudio en la relación dinero y política. “La política es una actividad que derrocha recursos públicos en un país plagado de restricciones y rezagos. Los partidos en sus actividades proselitistas de 2006 gastaron el 95% del financiamiento público que recibieron para gastos de campaña en radio y tv ($1,973,972.53). Modificar entonces las disposiciones legales referidas a los ingresos y gastos de los partidos venía siendo una necesidad imperiosa para una reforma electoral sustantiva. El proyecto prohibe la compra y venta de espacios para fines electorales en radio y tv; establece que el financiamiento público de los partidos va a depender ahora del tamaño del padrón electoral y el salario mínimo vigente; se diferencian elecciones; disminuye los recursos entregados a los partidos en años electorales”. En conclusión, “el objetivo de la reforma fue abaratar las campañas, mas no empobrecer a los partidos”. Encamina hacia un sistema “menos oneroso, màs austero, que acota al poder del dinero y de los medios”.

Seguridad: Impunidad gravosa

“Se habla de operativos, pero no se informa de la captura de quienes han hecho de las ejecuciones la demostración más pura de la impunidad y la venganza. Hay ejecutados, no hay ejecutores. Se reconoce a los muertos, pero no a las homicidas”.
A pesar de los intentos, más mediáticos que sustantivos, del gobierno federal por enfrentar a la delincuencia organizada, mientras reina la impunidad y la falta de castigo a quienes matan, secuestran o agreden, el hervor del fango criminal crece y amenaza con sofocar a la sociedad. El Estado no es capaz de defenderse siquiera a sí mismo. No hablemos del pasmo que lo afecta frente a los atentados contra Pemex, tan gravosos de varios modos. Agentes suyos, miembros del Ejército o de policías de los tres niveles, son un blanco del fuego delincuencial sin que la autoridad consiga frenar esa tendencia: "En casi 10 meses, por lo menos 58 jefes policiacos, 160 agentes y 22 militares han sido asesinados en el País, pero ninguna de esas muertes ha sido resuelta" (Reforma, 24 de septiembre).
La tasa de impunidad es altísima. El 31 de agosto, el procurador general ofreció un aterrorizante y descorazonador balance de las operaciones federales conjuntas: han sido detenidas 12 mil 344 personas por delitos contra la salud, pero ¡sólo 326 están siendo procesadas! De allí que no asombre que la violencia homicida cobre más víctimas cada día: en lo que va del año, según calculó El Universal, habían sido asesinadas mil 908 personas, 351 más que en el mismo periodo de 2006.

¿Quién va ganando la guerra?

Escribió Ciro Gómez Leyva el primero de octubre en Milenio:
No falta mucho para que se cumpla un año de que el gobierno de Felipe Calderón le declarara la guerra a las bandas criminales del narco. Guerra que, profetizó, tomaría tiempo y una gran cantidad de vidas. Trescientos días después, seguimos sin tener una explicación clara de las soluciones que se han puesto en marcha. ¿Cómo va la guerra? ¿Vamos ganando o perdiendo?
Al no sentirse el gobierno obligado a precisar los alcances ni los costos de su estrategia militar-policiaca, todo queda sometido a la interpretación. Dudo que alguien se atreva a completar afirmativamente una sola de las cuatro premisas que impulsaron la Guerra contra el narco: el Estado debe recuperar el control del territorio ocupado por los criminales; el Estado debe recuperar el control de las policías; el Estado debe aplicar programas sociales que contrarresten la “obra social” del hampa; y el consumo de drogas debe reducirse.
A lo anterior hay que agregar el macabro corte de caja difundido el sábado (29 de septiembre) por Milenio: 2 mil 182 mexicanos ejecutados entre el 1 de enero y el 28 de septiembre, lo que destruye, además, la creencia de que la cifra de muertos se contraía. Hubo 217 en julio, 282 en agosto y más de 230 en septiembre.

Wednesday, October 10, 2007

PRESENTACION DE LIBRO

PRESENTACIÓN DE LIBRO CASA EN RUINAS
MIÉRCOLES 10 DE OCTUBRE 2007, 20:30 HORAS
CAPILLA ELÍAS NANDINO DEL EXCONVENTO DEL CARMEN
(JUÁREZ 638, CENTRO HISTÓRICO)

Arlette Luévano.
Aguascalientes, 1976. Realizó estudios de maestría en Derecho Constitucional y Amparo en la Universidad Iberoamericana. Desde 1997 dirige el suplemento cultural Ananke del diario Página 24. Forma parte del comité editorial de la revista Parteaguas, del Instituto Cultural de Aguascalientes. Ha publicado los libros de poesía Casi verde y Apostillas negras. Ha publicado en ediciones colectivas los poemarios Rituales, Informe sobre trenes que llegan y desaparecen y Tercera persona. Recibió el Premio Efraín Huerta 2006 por Casa en ruinas.

La presentadora
Leticia Cortés
Autora de Lámparas de sueño. Becaria por el CONACULTA en el área de jóvenes creadores 2006 - 2007. Promotora cultural. Forma parte del consejo de la revista literaria almargen.net.

El libro
Dice Sofía Ramírez que Arlette Luévano conjura la vida entre los techos y los patios de su casa, la suya que puede ser la nuestra, la de todos, la de cada uno. Casa en ruinas se tambalea entre el grito jubiloso y el lamento, entre los ritos cotidianos de una simpleza dulce y por demás aterradora.

Monday, October 08, 2007

Muy a su estilo, Jesús Silva-Herzog Márquez parte de una cita de Gonzalo Celorio en su libro México, ciudad de papel para explicar hoy en El Norte cómo Vicente Fox no supo atender la delicada responsabilidad que se le encomendó, traicionó la democracia y arruinó su nombre a base de ineptitud y provocación. Sin treparse al carro de los que festejan la desgracia del ex mandatario, Silva-Herzog se lamenta por la colección de desprestigios que de tanto en tanto acumula nuestra arena pública.

La ruina del prestigio
Sin mucha dificultad puede percibirse en nuestra historia una poderosa afición por las ruinas. Nuestra arquitectura, nuestro trazo urbano -por llamarlo de alguna manera- hace alarde de una continua sucesión de destrucciones. La devastación se colecciona como trofeo y como basamento para la siguiente destrucción. Descartar lo previo, exterminar todos sus rastros, deshacernos de malos recuerdos es motivo de orgullo. Nos liberamos de fardos para despertar frescos para el futuro. Encima del destrozo solemos levantar una edificación efímera que pronto será, también, ruina. La cultura concebida como una cadena de aniquilamientos, no como depósito, transformación y subversión de las herencias. Gonzalo Celorio ha retratado esa afición nuestra por las ruinas en su ensayo sobre la Ciudad de México (México, ciudad de papel, Tusquets, 1997). Ahí escribe: "Así como la ciudad colonial se sobrepuso a la ciudad prehispánica, la que se fue formando en el México independiente acabó con la del Virreinato, y la ciudad posrevolucionaria, que se sigue construyendo todavía, arrasó con la del siglo xix y los primeros años del xx, como si la cultura no fuera cosa de acumulación sino de desplazamiento".Lo que retratan nuestras calles y nuestros edificios no es muy distinto de lo que registra nuestra memoria política. Construir monumentos de ilusión para convertirlos de inmediato en estropicios. Los fastos de las inauguraciones son sólo anticipos de los festejos que organizaremos el día de la demolición. Pienso ahora particularmente de esa edificación moral que es el prestigio público. La estimación colectiva es cosa rara. Entre nosotros no es frecuente que una persona logre atraer respeto en un tiempo tan poco reverencial. Pero de pronto surgen figuras que, más allá de sus orígenes y sus causas concretas, logran atraer la esperanza. Por extrañas combinaciones históricas, por azares de la circunstancia, escapan al club de sus incondicionales y se convierten en depositarios de una amplia aspiración colectiva. Ése fue el caso de Vicente Fox. Tras ganar la elección presidencial en el año 2000 dejó de ser una pieza del silvestre panismo empresarial para convertirse en el emblema de un cambio histórico. Al convertirse en el Presidente de la alternancia recibía una encomienda extraordinaria: le correspondía dar los primeros pasos de un nuevo régimen; le tocaba afirmar el sentido y el valor de un sistema inédito para México. El tiempo lo colocaba ante una delicada responsabilidad. Ernesto Zedillo, su antecesor, había definido ese compromiso: cuidar la casa común.Nada hizo el primer Presidente panista en beneficio de esa casa que compartimos. Sin programa, pero de manera consistente, empleó su poder para destrozar las bases del entendimiento y el marco de confianza que se insinuaba a principios de su administración. Con una constancia digna de mejor motivo, dinamitó todos los puentes del diálogo. Fue incapaz de entender su circunstancia; no se percató de los alcances ni de los límites de su fuerza. No empleó sus herramientas ni supo coordinarlas con los instrumentos de otras instituciones. Derrochó esa oportunidad histórica haciendo gala de incompetencia. Recibió un país impulsado por el orgullo de un cambio tranquilo y civilizado en el que todas las fuerzas políticas habían participado de un modo u otro. Entregó un país atrancado, envuelto en la polarización más aguda de los últimos tiempos.El sexenio de Vicente Fox quedó marcado por la ineptitud y la provocación. Queda el recuerdo de un Presidente que no supo mover al país en ninguna dirección. Queda también el registro del Presidente que no moderó sus impulsos, entregándose de lleno a la más pedestre hostilidad. La sombra que ahora lo persigue es de distinta naturaleza. Hoy no se habla ya de la impericia ni de la imprudencia del Presidente, sino de su deshonestidad. El Presidente bronco podría ofrecer en su descargo la necesidad de desacralizar la institución presidencial; el inepto podría argumentar las dificultades de una democracia inmadura, los obstáculos de oposiciones tercas o los defectos del orden institucional. ¿Qué explicación ofrece a su frívola desatención ética?Vicente Fox ha querido titular su autobiografía (por lo menos su versión en inglés) como La revolución de la esperanza. Su trayectoria pública tiene, en efecto esa marca: la ilusión de un cambio profundo tras las décadas del monopolio. Sin embargo, su participación en la vida política terminó siendo la traición de esa esperanza. En ese ámbito, su vida pública es emblemática: un hombre asciende al poder venciendo enemigos poderosos. Contribuye a dar el paso decisivo y simbólico de nuestra democratización pero termina en el sitio donde han encallado buena parte de sus execrados antecesores: en el foso del desprestigio. Uno más en el montón de los ex presidentes denigrados. Su caída no es motivo de celebración. No me uno a quienes festejan su desgracia. El prestigio podrá ser alimento para la vanidad personal. Un hombre que goza del reconocimiento colectivo podrá vanagloriarse de los aplausos, de los elogios, de los homenajes. Pero, independientemente de que pueda sustentar su engreimiento, el prestigio es un recurso público, más que un patrimonio personal. Se depositará en un personaje que ha cultivado una imagen de servicio y de honorabilidad pero no es su propiedad. Se trata de una especie de encargo colectivo que ha de ser atendido y cuidado. Vicente Fox malgastó ese depósito. No solamente arruinó su gobierno; arruinó su nombre. Nuestra historia reciente sigue siendo una larga colección de desprestigios.

Fox el mañoso

En El Universal Raymundo Riva Palacio centra sus ataques en la personalidad trepadora de Marta Sahagún a quien de “fiera, mendiga y encajosa” no la baja.
“Como el Cid Campeador, Fox revive cada vez que se le cree muerto. Abrir las puertas de su rancho San Cristóbal a la revista Quién, la publicación que sirve de álter ego para los wannabes de la sociedad mexicana, le generó una nueva ola de acusaciones, denuncias, lamentos y un potaje que mezcla imputaciones de cinismo, corrupción y a la infaltable señora Marta.
Fox parece herido y Marta Sahagún, su trepadora esposa que ha hecho las veces por años de cariñosa compañera, es una fiera, como siempre, amenazando periodistas, presumiendo relaciones, hartando en los medios y buscando ejercer un poder que se le prestó un rato pero que hoy no tiene”.


Mendiga de lujo
Luis Miguel Moreno, propietario de CMM Consultores, le reveló a un reportero de EL UNIVERSAL, que el jeep rojo todo terreno con el cual ha aparecido Vicente Fox en varias fotografías no fue producto del esfuerzo del ex presidente, sino, muy probablemente, del de su esposa, Marta Sahagún. Moreno contó que en 2001 logró un contrato con la Fundación Vamos México para comercializar 5 millones de boletos tipo “ráscale”, y que conforme iban aumentando sus pedidos igual se incrementaban las solicitudes extraordinarias de la ex primera dama. Como por ejemplo, cuando en 2002, para celebrar el Informe presidencial, le pidió un jeep como el que usaba el presidente George W. Bush en su rancho en Texas. El 1 de septiembre de ese año, con una factura a nombre de otra persona, lo entregó en Los Pinos.
La revelación de Moreno es tremendamente significativa, pues por primera vez pone al descubierto el modus operandi que empleó la ex primera dama durante el arrogante reinado que presidió en Los Pinos. Mendiga de lujo, la señora Sahagún ejerció una permanente presión sobre la clase empresarial y en los círculos de poder político para allegarse bienes, conseguir recursos y obtener protección para su familia.
Marta Sahagún era terriblemente encajosa. Una de las perlas más significativas se dio en octubre de 2001, cuando para el lanzamiento de Vamos México organizó en el Castillo de Chapultepec un concierto con Elton John. No fue una función filantrópica, sino bajo el esquema de recaudación de fondos. Pero tampoco fue voluntaria, sino forzosa. La señora se dedicó a hablar a empresarios de todo tipo para presionarlos a que le compraran mesas de 10 lugares, a 10 mil dólares el cubierto, como su contribución a tan noble tarea. Muchos empresarios, aunque refunfuñando, compraron mesas completas.
Marta Sahagún también era atrabancadamente encajosa. Trepadora social, no había tenido realmente una oportunidad para encontrarse en el lugar adecuado. En Celaya, donde vivía con su familia antes de involucrarse con Fox, alternaba la venta de quesos en las esquinas con la atención a su botica veterinaria. Su vestuario, del que tanto se habla, era muy modesto en aquellos años, e incluso en los que fungió como responsable de comunicación social del entonces gobernador de Guanajuato. Cuando ganó la elección y era presidente electo, su ex amigo Lino Korrodi, le daba dinero para que se comprara mejores ropitas y zapatos. Pedir nunca se le quitó. Con el paso del tiempo llegó a pedir ropa fina que llegó a ver en las casas de algunas amistades coyunturales que adquirió como primera dama.
Este hábito, narrado por algunas damas de la más alta sociedad que la padecieron y la despreciaban en su fuero interno, fue desapareciendo. La ropa, paradójicamente, la desnuda. Hay propietarias de boutiques en la aspiracionista avenida Mazaryk en la ciudad de México que recuerdan cómo llegaba, regularmente con sus escoltas, a vaciar los estantes de Escada, Prada y Channel. Sus vestidos más baratos costaban 15 mil pesos.
La nueva rica también era miserable en el alma. No tuvo reparo en golpear sistemáticamente a las hijas adoptivas de su esposo, a quienes les cerró la cartera. Peleó contra la mayor, Ana Cristina, quien jugó siempre del lado de su madre adoptiva, Lilián de la Concha. No pudo con la señora de Los Pinos. Fox decidió cancelar de una vez por todas las disputas palaciegas de la familia, y mandó una larga temporada a Ana Cristina, a la segunda hija, Paulina, y a su madre, Lilián, a Europa.
Les enviaba a las dos menos de mil 500 dólares al mes —una cifra nada cómoda para vivir—, con lo cual podían pagar un piso modesto en el barrio universitario y moverse en transporte público. Nada que ver con otros familiares de ex presidentes que vivieron en el exterior. Pero las carencias de unas eran las bonanzas de otros, los hijos de la señora, los Bribiesca Sahagún. Para ellos Los Pinos y los privilegios. Y los aviones del Estado Mayor Presidencial puestos a su disposición para lo que se les ocurriera.

Más sobre el escándalo de los Fox

En lo que aparece nuevo escándalo que comentar (del “o copelas o cuello” ya ni quién se acuerde) la prensa sigue opinando sobre la impúdica ostentación de la riqueza por parte de los Fox. Proceso le dedica, creo que por tercera semana consecutiva, sus páginas centrales. Ahora da cuenta del gusto por la plata de la señora Marta.
Milenio dio a conocer que 57% de los mexicanos consideran insultante la riqueza de Fox. Una encuesta de Reforma, difundida el día 3, indica que dos de cada tres ciudadanos piensan ya que se enriquecieron ilícitamente. El Universal logró que un empresario contara cómo hacía las cosas Marta Sahagún: para ganar un contrato de la fundación Vamos México, la Señora le pidió que le regalara a Fox un Jeep rojo, valuado hace cinco años en 250 mil pesos. Y Fox lo manejaba alegremente. Dos de cada tres mexicanos ya ven insultante e ilícita la riqueza de la Pareja presidencial.
No tardarán en llegar nuevas historias y situaciones que le darán el tiro de gracia al mito de “… pero era honesto”. No falta mucho para que, en el imaginario colectivo, Fox y Marta se conviertan en unos vulgares rateros.

Mucho antes de julio de 2000, el Fox al que hoy todos cuestionan y colocan en la hoguera mediática, estaba a la vista de todos. Desde 1988, cuando fue un diputado federal gris, que pasó por la 54 Legislatura sin pena ni gloria, ya en 1991, en su fracasado intento por ser gobernador de Guanajuato, y sobre todo en 1995, cuando por fin se hizo gobernador de su estado adoptivo, Vicente Fox no fue más que un producto de la mercadotecnia político electoral; un producto que fue vendido a los ciudadanos como vender jamones. Pero estaba muy lejos de ser visto como político experto, gobernante eficaz, empresario exitoso, como demócrata o pretendiente a hombre de Estado. ¿Por qué como sociedad, de manera colectiva, nos negamos a ver esa realidad? ¿Por qué como sociedad nos equivocamos?
Fox, el empresario, el diputado, el gobernador y el presidente de todos los mexicanos, no fue un político, menos un demócrata, y mucho menos un gobernante; fue un producto del mercado y de la popularidad.
Y en ese engaño monumental, una gran parte de la responsabilidad la tiene nada menos que Lino Korrodi, el eficaz arquitecto de la estructura financiera de ese producto mercantil, el constructor de ese “bulto” que por seis años mal gobernó al país, y quien hoy se erige en la conciencia crítica y demoledor de la imagen de Vicente Fox.

TOLENTINO EXPUESTA

Les Invito a dos exposiciones en las que participo
Secretaria de Cultura,
Direccion General de Actividades Culturales,Direccion de Artes Visuales y el
Festival Cultural Fiestas de Octubre.
Le invitan a la exposicion:
“Salon de Octubre 2007 “
pintura seleccionada y premiada,
(pieza seleccionada de Tolentino
”La tempestad del Mar”)
Viernes 5 de octubre de 2007
Ex Convento del Carmen.
Av. Juarez 638, Centro,
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Exposición Colectiva
“ 2 Aniversario Escarabajo Scratch”
Dom. Andador Coronilla No. 28 Centro
(Nombre de mi Cuadro “Calandria”)
Inaguracon 5 de octubre 2007

En ambas entrada Libre
Duracion de las exposiciones todo el mes

PATRICIA MEDINA EN EL ROJO CAFE

Patricia Medina en el Rojo Café
8 de octubre 2007
8:00 p.m.