En El País
Mientras nuestra seguridad dependa
de la voluntad de un par de fanáticos religiosos dispuestos a entregarse al
martirio con alegría, las exhibiciones de fuerza sólo servirán para recortar
los derechos de todos.
Los mártires no necesitan recibir instrucciones,
mucho menos órdenes, porque su Dios les habla al oído y les promete la gloria
eterna. Sólo ha existido un arma capaz de derrotar al fanatismo religioso a lo
largo de la historia, y ha sido la libertad.
Almudena Grandes
El instante
churchilliano de la V República
Nosotros, los ciudadanos, tenemos el
deber de vencer el miedo, de no responder al terror con el espanto y de
armarnos contra esa obsesión con el otro y esa ley de la sospecha generalizada
que acaban siendo, siempre o casi siempre, la consecuencia de sacudidas como
esta.
La unidad nacional es la idea que
hace que los franceses hayan comprendido que los asesinos de Charlie no son los
musulmanes, sino una ínfima fracción de los musulmanes, compuesta por quienes
confunden el Corán con un manual de torturas.
Aquellos que tienen por religión el islam tienen
el deber de proclamar en voz muy alta, y de forma muy multitudinaria, su
rechazo a esta forma pervertida de la pasión teológico-política.
No en nuestro nombre. Ellos tienen
la importante responsabilidad, ante la Historia y ante sí mismos, de gritar el
Not in our name de los musulmanes británicos, que quisieron así refutar toda
posibilidad de asociación con quienes habían decapitado a James Foley; pero
tienen también la responsabilidad, aún más imperiosa, de declinar su nombre, su
verdadero nombre, como hijos de un islam de tolerancia, paz y bondad. Hay que
liberar al islam del islamismo. Es necesario repetir que asesinar en nombre de
Dios es convertir a Dios en un asesino por poderes.
Bernard-Henri
Lévy
Por qué el humor nos
libra de nuestros fantasmas
El humor y la sátira, que implican
siempre una crítica al poder.
Si hay algo típicamente humano es el
humor. No los miedos, ni la violencia, que también existen en el reino animal.
Una de las manifestaciones del arte es la posibilidad de ridiculizar al poder y
a nosotros mismos como antídoto contra las tentaciones de omnipotencia.
Odian a los humoristas y satíricos
todos los poderes. Tanto más los odian cuanto más tiranos se muestren.
Duele la sátira porque nos desnuda,
nos revela nuestros límites, castiga nuestra pretensión de creernos importantes
e intocables.
Amenaza al poder porque lo coloca en
sus límites ya que los que lo detentan sea en el ámbito político, religioso o
cultural, pueden resbalar en la tentación de considerarse intocables.
Pocas cosas son tan liberadoras, en
todos los ámbitos, como una viñeta inteligentemente sarcástica sobre cualquier
poder político o religioso.
No hay prueba mejor para una
democracia o institución que la capacidad para aceptar la ironía sobre lo que
representa
El humor es humor y basta y puede y
debe “profanar” todos los excesos de poder y prevaricación de los poderes que
intentan frustrar nuestros anhelos de libertad.
El valor y la fuerza del humor
radican en su misma esencia provocadora, estridente, enemiga de todo tipo de
dogma.
El humor no mata. Son los dogmas, de
cualquier color político y religioso los que han sembrado de cadáveres a la
Humanidad a lo largo de la Historia.
La libertad es risueña; el poder de
los dogmas, prohibiciones y amenazas, tiene casi siempre el ceño fruncido. No
sabe reír, por miedo a desmoronarse.
Juan Arias