Friday, July 25, 2008

Portadas polémicas


Tomo, para apoyar esta entrada, un extracto del reportaje de G. Abril en El País

Véase al candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Barack Obama, vestido de musulmán, chocando el puño con Michelle, su esposa. Ella luce pelo a lo afro, una ametralladora a la espalda, y viste ropa militar al estilo de las Panteras Negras. Ambos se encuentran en el despacho oval de la Casa Blanca; en la chimenea arde una bandera de barras y estrellas y se percibe media cara del terrorista Osama Bin Laden en el único cuadro que decora la estancia… se trataba de una ilustración satírica. El reflejo de hasta dónde se puede llegar en política para descalificar al contrincante, sobre todo cuando éste es un negro a cuyo apellido le falta un baile de letra para coincidir con el nombre del terrorista más buscado del planeta.
La portada es tan extrema que resulta complicado tomársela literalmente. ¿En qué mundo vivimos en que se confunde una foto con un dibujo?. Los límites hablan mucho de la sociedad en que vivimos, de cómo nos vemos y de qué es lo que queremos ser. Hay que ampliar siempre, y luchar porque el techo de libertades sea más alto. Pero cuando se roza el límite, causa un pequeño terremoto que es útil para seguir avanzando.

… y otras portadas polemicas:

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¿Cuántos taxis hay?



De alguna parte
Hay muchísimos, basta con salir a la calle para convencerse. Si uno quisiera saber el número, podría preguntar, investigar, ir a consultar el padrón automotor de la ciudad, que supongo que debe de ser del dominio público. Pero el cálculo puede hacerse también sin preguntar, sin moverse del escritorio. Basta con deducirlo. Cada tanto, en realidad con llamativa frecuencia, aparece en los diarios la noticia de que un taxista honesto ha encontrado olvidado en su vehículo un maletín con cien mil pesos, y se lo ha devuelto a su dueño, al que ha localizado con mayor o menor esfuerzo. Es un clásico de la información. El dinero en juego puede ser más o menos, pero siempre es una suma que le solucionaría todos sus problemas a un taxista; de ahí el impacto del hecho, lo exorbitante del precio que se cobra la honradez. Supongamos que en la ciudad tal cosa sucede una vez por año nada más.
Pues bien, si miramos los taxis ocupados que circulan por la calle, podemos preguntarnos, para empezar, cuántos están transportando a pasajeros que llevan consigo maletines con cien mil pesos en efectivo. Necesariamente tienen que ser muy pocos. La generalización de la operatoria financiera mediante cheques, tarjetas y transferencias ha vuelto bastante anacrónica la manipulación de billetes. Yo nunca he subido a un taxi (ni a ninguna parte) con esa cantidad de dinero encima, ni conozco a nadie que lo haya hecho, pero hay que admitir que existe gente que lo hace. Aun dejando de lado lo ilegal o delictivo, puede tratarse de empleados de grandes empresas que pagan los sueldos en efectivo, o gente que hace alguna operación inmobiliaria, o una inversión bursátil. Digamos, quedándonos cortos, que uno de cada mil pasajeros de taxis lleva esa cantidad encima. Ahora, tomando ese universo restringido, preguntémonos cuántos de esos pasajeros que viajan en un taxi con cien mil pesos en un maletín pueden dejárselo olvidado. Si fuera yo, no me lo olvidaría, ya fuera mío el dinero, ya fuera ajeno (no sé en qué caso me cuidaría más). Realmente es el colmo de la distracción. Hoy día, digan lo que digan, no hay nadie indiferente al dinero, sobre todo tratándose de grandes cantidades. De modo que bien podría calcularse que no más de uno de cada mil pasajeros que toman un taxi con cien mil pesos se los dejan olvidados. Quizás sea más que uno, por ese conocido mecanismo psicológico que hace que cuanto más se preocupe uno por algo, peor le sale.




Pues bien, tomando el universo ya muy restringido de los taxis en los que alguien se ha olvidado esa enorme cantidad de dinero, queda por calcular cuántos taxistas tendrán el gesto de suprema honestidad de localizar al dueño y devolvérsela. Esto ya es más delicado, y supongo que el calculo se inclinará según la idea que se haga cada uno de la naturaleza humana. Hay quienes dirán que nadie es tan honesto; otros pensarán que ésa es una idea abstracta, y que puestos en el trance de la circunstancia real, la mayoría optará por quedar bien con su conciencia. Por mi parte, no sé qué pensar; nunca me he visto en la alternativa, nunca me he probado y no sé cómo pasaría la prueba de la realidad. Nadie es taxista por gusto; por lo menos no lo es toda la vida. Es un trabajo duro. Pesando los pros y los contras, yo diría que, en promedio, de cada mil taxistas puestos en la disyuntiva, uno devolvería el botín, y los otros novecientos noventa y nueve no.
Obtenidos estos números, invirtiendo el proceso, se obtiene la cantidad de taxis necesarios para que se dé un caso de que un taxista honesto devuelva los cien mil pesos olvidados en su vehículo por alguien que viajaba en él con esa cantidad encima. Como el caso se da en la realidad, y con bastante frecuencia, el resultado es mil millones (se lo obtiene de multiplicar mil por mil por mil). Con lo cual queda respondida la pregunta inicial. En la ciudad hay mil millones de taxis. Es decir, a la vez los hay (por la persuasión del cálculo) y no los hay (¿cómo iba a haber mil millones de taxis en una ciudad de 5 millones de habitantes?). Lo que nos demuestra que todo en la vida es simultáneo.

Tuesday, July 22, 2008

Volver a la carga



Poco a poco, muy despacito si se quiere, los hilos que me venían manteniendo atado se van deshilvanando. Los pendientes financieros y las preocupaciones familiares (para las atribulaciones personales ya habrá tiempo) han estado cediendo. Conforme más débil me sentía en las noches, mas pensaba en la gente que me quiere y que alguna vez me ha dicho “estoy contigo”, lo cual tiene mas valor de lo que los desdichados piensan. Claro que grandes rocas en el camino nunca van a faltar, pero siempre he pensado que son los hechos menores los que nos dan soporte en los días oscuros. La llamada a tiempo de una buena amiga, enterarnos de las buenas nuevas de otro cuate, faltar un lunes a la oficina para compartir la mesa con la familia, escuchar el “!yupi¡” de mi sobrino al ser balanceado en el columpio son los detalles que en dias recientes me han rescatado… por supuesto que aun falta mucho por cumplir y hacer y lo que mas preocupado me tenia es un asunto que va para largo… mi experiencia me ha demostrado que el esperar, aunque cueste mucho trabajo, siempre es mejor que precipitarse.


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Para finalizar, comparto este mordisco de Pio Baroja:

La mayor parte del entusiasmo que produce el régimen democrático en ciertos trepadores depende de la posibilidad de hacer una carrera con rapidez, de la ilusión de representar un papel en el Congreso, de farolear, dar unos paseos en la tribuna, y de estirar los puños ante el público

Violencia doméstica: El avaro


Un avaro se casó. A los pocos días de la boda su mujer no le tuvo la comida a tiempo. El hombre se enojó, la golpeó y la descalabró. Se le infectó la herida a la señora y su marido tuvo que llevarla con el médico. En viaje, doctor y medicinas se gastó mil pesos. A pesar de sus dolores la mujer se puso muy contenta: “Mi marido ya nunca más me golpeará, no querrá volver a gastar tanto dinero”.
Pero cuando llegaron al rancho el hombre sacó otros mil pesos de su bolsa y los puso dentro de un baúl:
-“Por si se ofrece que te descalabre otra vez”- dijo a su mujer.

Desde entonces ella siempre le tuvo a tiempo la comida.

Vía Láctea



VIA LACTEA:
Llevo tu voz en mi voz / grabada con aerosol,
tu beso fantasma pegado en mi labio inferior / y el mapa de tu desnudez.
Llevo el prisma de tus ojos / en mi casco de astronauta / y la tímida aurora de tus células
y todas las noches / bajo la vía láctea, / parecen eternas si tu no estas,
y todas las noches desde mi ventana / conjuro tu nombre inmortal.
Y a veces llora mi piel, / cuando se empaña de anhelo,
se infla mi mente con tantos recuerdos, / que ya no me puedo dormir.
y la alfombra de tus sueños, / soy el rayo vagabundo, / desmaya y dolece pero no se apaga.



SOÑE:
Luego el tiempo aquel momento / que mi mundo separaba de tus labios,
solo para revivir, y derretirme una vez mas / mirando tus ojos negros
Tengo ganas de ser aire, me respires para siempre / pues no tengo nada que perder.
Todo el tiempo estoy pensando en ti / en tu y yo del sol y en un rincón del cielo
todo el tiempo estoy pensando en ti / que me alejo del mal y retumba en tus ojos...
Solo para revivir derretirme una vez mas / mirando tus ojos negros
tengo ganas de ser aire / y me respires para siempre, / pues no tengo nada que perder.