Tuesday, October 14, 2008

Signos de ingobernabilidad


Los signos de ingobernabilidad ya eran evidentes en las postrimerías del régimen priista. Para empezar y no obstante la furia con que se impusieron las reformas neoliberales, la economía no volvió a adquirir la energía relativa que alguna vez tuvo durante la época del desarrollo hacia adentro; la pobreza y la degradación del medio ambiente siguieron creciendo, la mala distribución del ingreso empeoro, la corrupción se mantuvo imbatible, el narco avanzo, la banca dejo de ser útil como fuente de financiamiento para el mexicano normal y, en cambio, les dejo a el y a sus descendientes una deuda enorme. La sombra del crimen mas la corrupción e ineptitud policiaca hicieron más penosa la ya de por sí difícil vida cotidiana de la gran mayoría de los mexicanos. Pues bien, en estos primeros años del nuevo régimen, ninguno de los grandes problemas heredados se ha resuelto, algunos se han agravado y el ciudadano se desespera y exige acciones y esperanza de cara al futuro.

Ella


Hay que verla con esos jeans ajustadísimos, la blusa como otra piel, los zapatos de tacón altísimo, su breve cintura y una concentración a prueba de todo. Salen de un restaurante dos piernas perfectas, casi sobrenaturales, en una mini-minifalda. Más no se puede. La falda, hay que decirle de alguna manera, llega hasta el inicio de las nalgas. Ahí se detiene, no va más allá y ni falta que hace. Necesito respirar. Asoman unos calzoncitos de bolas rojas y blancas. Una total coquetería de esta mujer, de esta jovencita que no pasará los veinte años. Nadie la ve. O hacen como que no la ven, quizá, o ya andan demasiado borrachos. La jovencita cruza con su amiga y se sigue de largo. Se detiene por un momento para preguntar algo a uno de los demasiados taxis que buscan cliente. Se acerca a la ventanilla, se inclina y soy feliz porque el mundo es perfecto. Como esas dos nalgas, como esas dos piernas. En esta esquina del mundo sólo pienso en ella.