Wednesday, May 20, 2009

lujo

El lujo que más duele pagar es aquél que sabemos que alguien más esta disfrutando a expensas nuestras, aunque no siempre lo podamos comprobar. Este lujo es el que está a disposición de las burocracias. El común denominador es contar con legislaciones en las que la función publica no esta sujeta al escrutinio amplio y cotidiano de los ciudadanos. Es natural que los lujos sean frecuentados cuando no hay que pagar por ellos. Pero al margen de no tener que pagar por su refinamiento, los funcionarios tampoco incurren en ningún costo político. Difícilmente el electorado se enterará de quienes específicamente, entre los servidores públicos, están haciendo uso frívolo del erario. Por esta razón la tarea de los legisladores es incompleta. A ellos no solo les corresponde garantizarle al estado los recursos que le permitan un adecuado funcionamiento. Es también su responsabilidad asegurar la vinculación directa entre mayores impuestos y lo que debiera ser su destino: las necesidades apremiantes de los ciudadanos.