Saturday, October 22, 2011

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Después de mas de dos meses sin escribir retomo la bitacora con algunos apuntes

Impunidad política

Como si su triunfo fuera un destino inexorable, el priista Enrique Peña ha perdido todo pudor para mostrarse no como un precandidato con posibilidad de ganar la Presidencia de la República, sino como el socio benefactor de los grupos de interés de su predilección y como el principal promotor de vicios que enorme daño han causado al desarrollo de la democracia nacional. Impulsa y mantiene en la dirigencia de su partido al hombre más emblemático de la impunidad política: Humberto Moreira. Rehabilita y reactiva a exgobernadores que, quizá, en vez de estar en la escena política, deberían ocupar algún camerino en Almoloya.


Miss Bala

Sin mostrar un gramo de droga ni el pintoresco rostro del narco deshumanizado, sin solazarse tampoco en el vía crucis de la víctima inocente, Gerardo Naranjo consigue en su película armar un complejo relato de acción, en el que se confunden los apetitos de ambición de la víctima y el verdugo, y en el que una oscura sensualidad carnal se integra sin dificultades al clima de corrupción generalizada, para disolver en el estupor que da paso al cinismo moral los últimos restos de una inocencia mancillada.


Acuerdo Nacional: bla, bla, bla

Hace tres años, en una aparatosa ceremonia efectuada en el Palacio Nacional, el empresario Alejandro Martí lanzó la excitativa que le dio celebridad: "Si no pueden, váyanse". Nadie hizo caso a su indignada petición. Ninguno de los destinatarios renunció a su cargo. Todos disimularon, como si la exigencia se dirigiera a otros. Ha transcurrido tanto tiempo desde aquel aplaudido reclamo que un buen número de los firmantes del Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad ya no están en sus cargos, pero no por pudor ante su ineficacia, sino porque vencieron los plazos para los que habían sido elegidos o nombrados.

De los funcionarios suscriptores del Acuerdo sólo se fue Eduardo Medina Mora, entonces Procurador General de la República. Pero no lo hizo como resultado de una sanción impuesta por su jefe el Presidente de la República. De haber sido así, su cese no se hubiera traducido en un exilio dorado. Es el embajador ante la Corona británica, con las comodidades y aun los lujos que se deparan a algunos representantes diplomáticos.