Monday, September 23, 2013

Maneras de que un gobierno envíe mensajes a una sociedad

Hay muchas maneras de que un gobierno envíe mensajes a una sociedad. El manotazo de Díaz Ordaz en el Congreso de la Unión decía no solamente que mantendría una mano dura sino que asumía las consecuencias. O el traje militar de Felipe Calderón. Los ejemplos sobran. En nueve meses de gobierno, Enrique Peña Nieto mandó un primer mensaje relacionado con la impartición de justicia: si Florence Cassez no recibió los beneficios de un sistema judicial justo, debía ser excarcelada. Salió libre. Un triunfo para el debido proceso y una bofetada para un sexenio, el de Calderón, que en aras de una guerra violó los derechos de miles, según organizaciones nacionales e internacionales. Luego vinieron otros mensajes del sexenio de Peña Nieto. En un principio, el arresto de Elba Esther Gordillo se tomó como una causa justa y luego derivó en lo de siempre: un arresto político más. Le siguieron, en cascada, otra serie de liberaciones que hasta la fecha son incomprensibles. Primero Raúl Salinas de Gortari: quedó libre y le regresaron sus bienes. Luego fue la salida del narcotraficante Rafael Caro Quintero. Después, la del asesino intelectual del periodista Manuel Buendía; el ex titular de la extinta Dirección Federal de Seguridad, José Antonio Zorrilla, abandonó la cárcel. Poco antes salieron los generales de prisión, en un caso que  remendaba un error deliberado de la justicia en tiempos de Calderón. El último mensaje que ha enviado el sistema judicial en tiempos de Peña Nieto es que no importa la impartición de la justicia, sino el peso que se tiene en el Estado para que se te haga justicia. A los amigos, la benevolencia; a los opositores, la mano dura. En un país en el que un hombre vinculado con el pantano más sucio puede estar libre; en un país donde un maestro indígena lleva 13 años encarcelado sin pruebas, habría que preguntarse cuál es la idea del progreso. Desgraciado, tzotzil Patishtán, que no tiene un hermano ex Presidente, ni cuentas en Suiza, ni pasaportes falsos con un apellido distinto. Desgraciado Patishtán, quien por azares de la vida no es parte del Grupo Atlacomulco, ni se acuesta con españolas hermosas, ni tiene yates ni ranchos incontables, como Raúl Salinas de Gortari.

 Sinembargo, septiembre13