Tuesday, October 29, 2013

Reformas, Ibargüengoitia, humor cruel



- En la perspectiva recaudatoria, es obvio que el IVA que pagan los ricos le deja más a Hacienda que el IVA de los pobres, porque consumen más. Pero, en la perspectiva de los contribuyentes, es obvio que eliminar la tasa cero es más gravoso para los pobres, porque gastan un porcentaje mayor de sus ingresos en alimentos y medicinas. El IVA es un impuesto muy cómodo y recaudador para Hacienda, pero regresivo.


- Cuando se habla de privatizar (o no) la mayor empresa del país, se olvida que es un conglomerado ineficaz de operaciones que no tienen por qué estar integradas a un gigante, ni público, ni privado. Habría que empezar por separarlas, no desde arriba, como se ha hecho (creando gigantitos como Pemex Refinación), sino desde abajo. Lo malo de las burocracias no es, en primer lugar, a quién pertenecen; sino el desperdicio de tiempo, iniciativas, recursos y talento en una maraña de interconexiones.

Gabriel Zaid

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El humorismo no sé qué es. Un señor que hace chistes no me interesa. Sé que ciertas cosas son chistosas, y puedo hacer chistes, pero no me parece que la risa tenga ninguna virtud ni que sea una ventaja. Lo que a mí me interesa es presentar la realidad y si la presentación puede ser chistosa está muy bien. Pero hacer un chiste de algo que no es chistoso me parece grotesco. La muerte de alguien, la muerte de un canalla por ejemplo, puede ser la cosa más chistosa del mundo. Pero en el momento en que la presentas así pierdes una perspectiva, la escena queda fuera de su dimensión particular.”

Jorge Ibargüengoitia

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En un país infestado de solemnidad y cortesía hipócrita, donde casi nadie puede ascender en el organigrama de una oficina, en el mundo universitario o en la pirámide burocrática sin darse importancia, el humor cruel es quizá la única herramienta eficaz para diagnosticar las patologías sociales. La vida mexicana ofrece un gran atractivo para un crítico de la impostura, y en la segunda mitad del siglo XX, cuando la mascarada nacional adquirió tintes particularmente grotescos, por la decadencia de un monolito institucional que empezaba a resquebrajarse, Jorge Ibargüengoitia la retrató con una rara mezcla de sutileza y causticidad que para muchos sigue teniendo un efecto catártico. 

Enrique Serna