Thursday, November 13, 2008

Anécdota: Ser espectador de los espectadores

Voy al cine. Una pareja se sienta en las butacas contiguas. Él le demuestra a su novia, y a todos en la sala, que sabe reconocer en voz alta a todos los actores. Con audacia y sin rubores, enlista las películas en que han aparecido aquéllos detrás del estelar. Dado que se muestra diestro en el terreno, ella pregunta cosas que sin duda él, antes que la película, puede responder: “¿Lo van a matar?, ¿Por qué se pone borracho?, ¿Se va a suicidar?” Ríen de las groserías en la pantalla y no de las que yo les dirijo por telepatía. Se me ocurre algo genial: me cambio de asiento, de fila, alejándome del guía de la película y acercándome a la ilusión del respeto. Desear silencio en una sala de cine es igual que pedirlo en un salón de clases de secundaria. No hay esquina en el cine inmune a estas frases, que nadie se atrevería a decir en su casa, en pantuflas, sin contener el borbotón de carcajadas. Me paro del asiento. Cada uno de nosotros, al asistir en compañía al cine, deja tras de sí una estela de oraciones que pueden parecernos naturales, pero, como sucede con un olor escandaloso, habrá quien las olfatee dos veces y quizá concluya estornudando. Lo mejor en estos casos es callar de buen grado y, en todo caso, opinar a distancia.

la esencia de la inversión


"Mi querido, mi buen amigo, los lobos siempre se han comido a los corderos; esta vez, ¿se comerán los corderos a los lobos?" Esta frase se encuentra en una carta que Madame Jullien escribió a su hijo durante la revolución francesa. Contiene, reducida a una concisa fórmula, la esencia de la inversión. Hasta ahora unos pocos lobos han subyugado a muchos corderos. Ya ha llegado el momento en que los muchos corderos se vuelvan contra los pocos lobos. Se sabe que los corderos no son carnívoros. Pero es que lo notable de la frase reside precisamente en su aparente falta de sentido. Las revoluciones son los tiempos típicos de la inversión. Los que tanto tiempo estuvieron indefensos, de pronto enseñan los dientes. Su número debe compensar lo que les falta en experiencia de maldad.


Elias Canetti sobre la "masa de inversión" en Masa y poder.

Lo que la revolución nos dejó


Lo que la revolución nos dejó
En 1960, López Mateos celebró los resultados de 50 años de revolución. En 1985 Miguel de la Madrid recordó los 75 años de revolución discretamente y con razón: ya para entonces la Revolución Mexicana apestaba. A diferencia de López Mateos, que dejó un buen recuerdo en la memoria popular, los presidentes sucesivos –otro que más o menos podría salvarse sería Zedillo- terminaron mal: despreciados o aborrecidos, en mayor o menor grado.
Las cuentas de largo plazo son demoledoras. Todos los mexicanos que vivieron en la miseria bajo la dictadura de Porfirio Díaz ya murieron. Los 15 o 20 millones de mexicanos que viven hoy en la miseria nacieron ya en los buenos tiempos. Son el resultado final de casi cien años de revolución, los “hijos predilectos” del régimen que iba a acabar con la miseria y no lo hizo porque siempre tuvo cosas más importantes que hacer: grandes, medianas y pequeñas fortunas para los dueños del poder. Lo más notable de todo es que nunca había habido tal cantidad de gente preparada y decente en el Estado mexicano, ya no se diga en el país. Lo que no funciona es el poder: la forma en que se relacionan políticamente unos mexicanos con otros. El origen de todos los desastres está en el régimen de la hermandad mafiosa que se apoderó del Estado y, créanlo o no, se resiste a soltarlo.


El fracaso de las grandes revoluciones del siglo XX fue que sus objetivos de libertad, democracia e igualdad tuvieron altísimos costos en términos de vidas humanas y finalmente no consiguieron establecerse como alternativas políticas sustancialmente superiores a los regímenes que combatieron. Las revoluciones mexicana y cubana tienen entre sí un denominador común: la destrucción total y absoluta de las clases políticas a las que combatieron y su sustitución por nuevas formas de dominación tan autoritarias como aquellas a las que derrotaron. El régimen corporativo del pri fue mucho más eficaz que el gobierno de Porfirio Díaz en el control de la sociedad y la represión de la disidencia. Sus logros en términos de democracia y libertades individuales fueron enormemente limitados y sus resultados en política social dejan un país con casi la mitad de su población en estado de pobreza. La Cuba de Castro reprodujo el mismo trauma del resto de las revoluciones. La dictadura de Batista fue eliminada y el régimen de Castro, inmerso en la guerra fría y el bloqueo impuesto por E.U.A., se constituyo en otra dictadura que consiguió institucionalizar el apoyo popular, gracias a políticas de bienestar social combinadas con un férreo aparato represor que suprimió cualquier otro tipo de critica o cuestionamiento al mismo estilo de los regímenes del stalinismo. La salida de mas de un millón de cubanos al exilio ha conseguido reducir la presión interna al gobierno de castro a lo largo de sus mas de 40 años de gestión. Con la desaparición de la URSS, cuba siguió manteniendo el modelo socialista aunque cada vez mas con características de economía de mercado.