Friday, December 21, 2007

Anti-navideño

Por estos días he pensado:
Que... si me apuran les diré que cualquier día, menos el 24-25 de diciembre, es bueno para celebrar la Navidad.
Que... no hay los suficientes elementos fidedignos como para situar con precisión la Navidad en el tiempo y en el espacio.
Que... lo que me ocurre es que soy incapaz de ser feliz a fuerza, entonces esto de que la noche del 24 y parte del 25 tenga uno que ser totalmente feliz y bueno y servicial; todo esto, es lo que me resulta intolerable de la Navidad en día fijo.
Que... odio el asedio del gordo degenerado, explotador de enanos y de sus renos pendejosQue... si por mí fuera cancelaría todos esos moditos tan charros, tan agringados y tan consumistas que estas fechas suscitan.
Que... este lunes por la noche pienso ahorrarme todas esas patochadas, borrachazos, tanto dispendio absurdo, tantos abrazos forzosos, tantas dádivas obligatorias.
Por eso me quedaré dormido.

La minoría planetaria celebrando
Por cuestiones laborales y de calendario no podré estar la noche del 24 con el resto de mi familia quien parte a guanatos. Bien vistas las cosas, una considerable parte de la humanidad -judíos, budistas, islámicos, etc.-, no celebran la navidá. Solo una porción mínima del mundo -los católicos de occidente sobre todo- celebran tal acontecimiento. De ésos (cada vez menos) católicos hay que quitar a otro tanto: me refiero a los que les da lo mismo en qué día viven y a los pobres, a los indigentes, a los desposeídos, a los que nada tienen que celebrar por la sencillísima razón de que no tienen porqué ni con qué -¡Estoy con ustedes, hermanos!-. Así que razonemos en que serán muy pocos en realidad los que choquen copas y se atraganten con las uvas el próximo lunes por la noche. Concuerdo además con mi cuate Germán cuando dice que Santa Clos es un mamón cuya única gracia es reírse como idiota que guía un trineo conducido por unos renos aún más idiotas. Por eso, fuera de un par de regalos para mi sobri adorado, algunos dvds y una agenda (todos estos gastos obligados que igual haría gustoso fuera o no diciembre) me he alejado de "todos los nefastos fastos del consumismo" navideño.

Transparencia: ¿Y la Cheyenne, apá?

Literalmente me subyuga ese comercial en el que vemos a un padre ranchero y a un hijo de unos 14 años que también trae su sombrero de palma. Los vemos llegar en una camioneta Cheyenne, ambos descienden y el padre le señala al hijo una vasta extensión de tierras. Algún día, todo esto será tuyo, dice el papá con gesto que lo abarca todo. Por unos segundos, el niño piensa y luego pregunta ¿y la Cheyenne, apá?. El padre guarda silencio y vuelve a la carga: algún día todo esto será tuyo. Es la historia de nunca acabar. El fregado escuincle lo único que quiere es la camioneta y lo demás le vale gorro. La terca interrogación del jovencito es extremadamente aplicable a nuestra vida actual. En ella, a pesar del IFAI, se nos niega muy frecuentemente el acceso a datos, cifras y verdades que nos resultarían indispensables para entender este extraño mundo en el que vivimos.

Regresión

A principios del siglo XX la mayoría de la población mundial no vivía en países democráticos (12 de 63). Aquellos que eran considerados democracias en realidad lo eran a medias según los parámetros actuales. Allí donde exista competencia real entre partidos, relevo de dirigentes, reglas prescritas, allí habitaría la democracia. Según las cifras de The Freedom House, alrededor del 70 por ciento de la población mundial vive ya en democracias, pero sólo alrededor del 30 por ciento goza de libertad de prensa. ¿Puede haber democracia real sin libertad de prensa? En la travesía hacia la democracia acechan peligros. Fujimori llegó al poder con reglas democráticas, una década después los peruanos botaron al incipiente dictador por corrupción y violaciones a los derechos humanos. A Nicaragua regresa Ortega a armar su tinglado autoritario. En México el casi ganador de la contienda presidencial mandó al "demonio a las instituciones". El camino a la democracia no es lineal. Las regresiones son posibles: las democracias formales no bastan. Si la democratización no involucra a los valores ciudadanos, el riesgo sigue existiendo. No es claro que las democracias formales conduzcan a valores liberales. Sí en cambio que los valores liberales, su predominio, son la única garantía para las democracias estables.

En el 2000 México festejó el arribo de la alternancia. El escogido para el trance resultó un tipo bastante poco democrático: usó a sus anchas el poder presidencial para influir en los procesos electorales, denostó opositores, lanzó un fallido proceso para sacar de la contienda al principal opositor y trató de dejar a su mujer en su puesto. Fox era locuaz e irresponsable, no tenía una estrategia, por fortuna fracasó en todas sus intentonas autoritarias. Pero sí hubo consecuencias. El hecho de que el primer Presidente no priista fuera un tramposo, que jugueteara con las normas democráticas, que se burlara de ellas, independientemente de su éxito o fracaso, habilitó a todo mundo a intentar lo peor. Ya metidos en la ruindad, todo se vale. El país está al borde de un nuevo despeñadero económico y político. Calderón decide ceder áreas, la reforma política, con tal de obtener apoyo en otras, la reforma fiscal, energía. Los partidos políticos son alacranes, quieren todo para ellos. Limitaciones a la libertad de expresión de cualquier ciudadano, remoción de los consejeros ciudadanos, amagos a las libertades de los medios de comunicación, un contralor a modo para poder "correr" a los nuevos consejeros, nacimiento de una nueva inquisición para sancionar a la propaganda negativa, limitaciones a los encuestadores, limitaciones a los derechos políticos para evitar a los "tránsfugas", y un largo etcétera. La incipiente democracia mexicana está amenazada.