El periodismo complaciente no le
sirve a nadie, excepto a los que hacen dinero y trafican influencias con él.
La función del periodismo en una sociedad abierta es
investigar, poner los acontecimientos en su circunstancia, crear contexto y
abrir espacios para la deliberación. Ese periodismo, aunque hay quienes lo
abominan, satisface las expectativas, en materia de información, de un segmento
muy importante de nuestra sociedad. Su presencia en la vida pública es
importante y es necesaria.
Raúl Trejo Delarbre
En México el ejercicio de la
libertad de prensa pasa a menudo por la voluntad empresarial que la patrocina. En
forma escalonada con frecuencia la empresa periodística a su vez, obra así
porque es altamente dependiente con otro patrón: el régimen político que a
menudo la influye y determina con publicidad gubernamental, utilizando los
recursos públicos (en una relación cómplice y corrupta) como premio o castigo. Si
el periodismo no es labor de aduladores sino de uno de los más poderosos
recursos para develar y acotar las entrañas del poder político con que cuentan
las sociedades democráticas, a menudo su ejercicio incomodará los intereses
espurios que tratarán de acallarlo. Se precisa tomar en cuenta lo anterior para
no simplificar “entre particulares” la relación del periodista y la del
empresario que le publica lo que escribe (o por extensión lo que el periodista
radiodifunde). En todas sus modalidades, pero particularmente en estas últimas,
se explota de manera regulada constitucionalmente una concesión de un bien
público y el Estado mexicano debe salvaguardar derechos constitucionales
humanos, de libertad de prensa, de derecho a la información y de las
audiencias, amén de los contenidos en la Ley Federal de
Telecomunicaciones.
Guillermo Colín