Monday, October 08, 2007

Más sobre el escándalo de los Fox

En lo que aparece nuevo escándalo que comentar (del “o copelas o cuello” ya ni quién se acuerde) la prensa sigue opinando sobre la impúdica ostentación de la riqueza por parte de los Fox. Proceso le dedica, creo que por tercera semana consecutiva, sus páginas centrales. Ahora da cuenta del gusto por la plata de la señora Marta.
Milenio dio a conocer que 57% de los mexicanos consideran insultante la riqueza de Fox. Una encuesta de Reforma, difundida el día 3, indica que dos de cada tres ciudadanos piensan ya que se enriquecieron ilícitamente. El Universal logró que un empresario contara cómo hacía las cosas Marta Sahagún: para ganar un contrato de la fundación Vamos México, la Señora le pidió que le regalara a Fox un Jeep rojo, valuado hace cinco años en 250 mil pesos. Y Fox lo manejaba alegremente. Dos de cada tres mexicanos ya ven insultante e ilícita la riqueza de la Pareja presidencial.
No tardarán en llegar nuevas historias y situaciones que le darán el tiro de gracia al mito de “… pero era honesto”. No falta mucho para que, en el imaginario colectivo, Fox y Marta se conviertan en unos vulgares rateros.

Mucho antes de julio de 2000, el Fox al que hoy todos cuestionan y colocan en la hoguera mediática, estaba a la vista de todos. Desde 1988, cuando fue un diputado federal gris, que pasó por la 54 Legislatura sin pena ni gloria, ya en 1991, en su fracasado intento por ser gobernador de Guanajuato, y sobre todo en 1995, cuando por fin se hizo gobernador de su estado adoptivo, Vicente Fox no fue más que un producto de la mercadotecnia político electoral; un producto que fue vendido a los ciudadanos como vender jamones. Pero estaba muy lejos de ser visto como político experto, gobernante eficaz, empresario exitoso, como demócrata o pretendiente a hombre de Estado. ¿Por qué como sociedad, de manera colectiva, nos negamos a ver esa realidad? ¿Por qué como sociedad nos equivocamos?
Fox, el empresario, el diputado, el gobernador y el presidente de todos los mexicanos, no fue un político, menos un demócrata, y mucho menos un gobernante; fue un producto del mercado y de la popularidad.
Y en ese engaño monumental, una gran parte de la responsabilidad la tiene nada menos que Lino Korrodi, el eficaz arquitecto de la estructura financiera de ese producto mercantil, el constructor de ese “bulto” que por seis años mal gobernó al país, y quien hoy se erige en la conciencia crítica y demoledor de la imagen de Vicente Fox.

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