"Yo insulto a tanta gente para llevarle la contraria a este mundo hipócrita en que me tocó vivir, el de lo «políticamente correcto» para decirlo con la expresión anglizada que hoy está tan de moda. Por lo demás, los míos son insultos más que merecidos para quienes se los ganaron duramente con su esfuerzo: el PRI, el PRD y el PAN; Fidel Castro, Hugo Chávez, Karol Wojtyla, Joseph Ratzinger... Y unos puntos suspensivos que podrían llenar varias páginas".
Cita de mi ídolo Fernando Vallejo
Gabriel García Márquez, feliz, se entrevistó con el anterior Papa. Es amigo de casi todos los presidentes de Colombia y es el flamante Nóbel. Fernando Vallejo, en cambio, dice que el Papa es el personaje "más dañino que hoy tiene la humanidad", y nunca le van a dar el premio Nóbel. Pero no le importa.
García Márquez siempre retratándose con los poderosos de la tierra. Vallejo siempre defendiendo causas perdidas, como el sufrimiento de los animales.
García Márquez es tan cortesano, tan políticamente correcto, tan predecible. Vallejo es tan iconoclasta, tan políticamente incorrecto, tan impredecible.
Vallejo dice unas cosas terribles: que los colombianos son una raza tarada con alma de periferia, un país pobre, rico en odios. Los fustiga por su indiferencia ante los políticos corruptos, los paramilitares, los militares, los curas, la guerrilla y los narcotraficantes que han acabado con un país hermoso. García Márquez no nos dice nada. Ni siquiera regaña.
Aunque nada puedan cambiar, los escritores deben opinar, denunciar al poder. Deben ser nuestra voz de consuelo y nuestro desahogo. Vallejo defiende tesis, discute, se equivoca. García Márquez no se equivoca: nunca promueve ideas, nunca se expone.
García Márquez es un gran novelista y un gran fabulador que escribe en tercera persona. Vallejo es un prosista fulgurante que reniega de la ficción y de los géneros y escribe en primera persona. Uno es un estilista que privilegia la forma; el otro es un moralista que privilegia el contenido.
García Márquez es un clásico; Vallejo prefigura el porvenir.
García Márquez se repite mucho con su realismo mágico y pretende que nadie lo note. Vallejo se repite -descaradamente- pero no lo oculta.
García Márquez escribe muy bello. Demasiado. Vallejo está más cerca de Rimbaud, y desde luego, está más cerca de nosotros.
No hay duda: es mejor Vallejo que García Márquez.
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