El mejor homenaje a Marcel Marceau debería ser el silencio. En un mundo atosigado por todos los sonidos y las furias, el arte silencioso del gran mimo fue elocuencia. Sin decir nunca nada dijo mucho. Sin palabras habló del hombre y de la vida. Voz trapense, su oratoria consistió en callar. Inventor de sí mismo, nada podrá romper el silencio que ahora deja. Por un momento somos lo que él fue: un rostro enharinado, una sonrisa triste y una lágrima que no llega a caer.
- Tomado de Mirador
Thursday, September 27, 2007
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