Thursday, February 28, 2008

El jardín del Comandante


Gracias a elmensajeenlabotella es que di con este texto sobre los avatares por los que tiene que pasar un turista en Cuba. El articulo me recordó alguna conversación que tuve con mi queridísima amiga Maryfer que es una de mis pocos conocidos que han visitado recientemente la isla. Por supuesto que estos análisis continuará por lo menos de aquí a que el comandante se muera.

El jardín del Comandante
Los mejores viajes de mi vida han sido en bicicleta. Las travesías sobre dos ruedas transforman la percepción del tiempo y el espacio. Ochenta kilómetros son una distancia muy distinta, si se recorren con el impulso de un pedal que con la propulsión de un motor de combustión interna. En las vacaciones de Navidad del 2001, recorrí con tres amigos Cuba en bicicleta. La isla caribeña es ideal para el ciclismo. Hay una aceptable red de carreteras y la mayor parte del parque vehicular son carcachas de la época del dictador Fulgencio Batista. Para llevar el viento a favor, iniciamos el recorrido en la ciudad de Santiago, al sur de la isla. El objetivo era llegar, 900 kilómetros después y 15 días más tarde, al malecón de La Habana. El recorrido diario terminaba al atardecer, después de pedalear por unas 5 horas. Si no hallábamos un hotel al anochecer, procurábamos la generosa hospitalidad que prodigan los cubanos. Los ciclistas pedíamos posada en alguna casa a la orilla del camino. A cambio de dormir en algún sofá pagábamos como 25 dólares por cabeza. Sin embargo, en Cuba, dar asilo a un extranjero en una casa propia es un crimen que se castiga con la expropiación del predio. Sólo los hogares que pagan una licencia especial al gobierno pueden ofrecer servicios de hospedaje y alimentación en sus viviendas. La policía ofrece recompensa a los vecinos que delaten "el alojamiento ilegal de extranjeros." Al pedir posada, la gente con miedo a ser delatada nos refería a la casa más cercana con "permiso del estado" para dar servicios de pensión. En otras ocasiones nos pedían que entráramos a escondidas por la puerta de atrás.
-¿Por qué se arriesga tanto para darnos alojamiento? le pregunté a un padre de familia que nos ofreció su sala como habitación. -Yo gano 50 dólares mensuales. Ustedes me ofrecen 100 por dormir aquí. En una noche me gano mi salario de dos meses. ¿No haría usted lo mismo? No estoy haciendo nada malo, no le estoy robando nada a nadie, bueno, tal vez un poco de plata a Fidel. Al día siguiente salimos al alba, con la discreción de un fugitivo, para evitar testigos de nuestra complicidad criminal contra el Estado cubano.
Mientras nos ayudaba a conseguir hospedaje en otro pueblo, un hombre de unos 50 años me dijo: -Los mexicanos, como los cubanos, arriesgan su vida por ir a Estados Unidos. Ustedes cruzan un río, nosotros el mar. La diferencia es que después, los mexicanos pueden volver a su país. Yo no conozco a un solo cubano que haya vuelto por voluntad propia a esta isla. Los que se van, nunca regresan. Aquí sólo vuelven los turistas y los deportados. Una mañana los ciclistas amanecimos con mucho apetito -Nos gustaría desayunar huevos revueltos. La señora que nos dio asilo, nos miró como si quisiéramos comprar armas nucleares. -Eso va a ser muy difícil. En este pueblo no hay huevos. Ofrecimos 40 dólares por unos huevos revueltos para cuatro personas. La mujer salió con el dinero en la mano y volvió una hora después: -Sólo encontré un huevo, pero podemos hacerlo crecer con harina de soya para matar el hambre. En un pueblo con varios miles de habitantes, tampoco había leche, verduras y frutas. Carne ni soñar. ¿Pan? Una pieza al día por persona. Las raciones de arroz y frijoles dan apenas la ingesta de calorías mínima para una dieta de subsistencia. La escasez de alimentos era tan brutal, que ni siquiera había mercancías suficientes para comerciar en el mercado negro. El gobierno cubano expropia hasta los huevos de las gallinas, así que la gente no tiene incentivos ni para tener animales de granja.
Entre el bloqueo comercial de los gringos y las estupideces económicas del comunismo, muchísimos cubanos viven al borde de la pobreza. Fidel Castro intentó darle a su pueblo justicia y dignidad. El viaje en bicicleta me dejó la certeza que su misión fue un fracaso absoluto. Para colmo del naufragio, en el jardín del comandante nunca floreció la libertad.

En el ABC de España. Fidel Castro: balance y pronóstico. Por Carlos Alberto Montaner
Fidel Castro ha decidido morirse como ex presidente. Después de medio siglo vestido de verde oliva, disfrazado de guerrillero heroico, es muy difícil gobernar a un país en chándal, sentado en una mecedora y con un ano contra natura. Sabe que sufre un proceso de creciente desnutrición, consecuencia de sus graves afecciones intestinales, que lo irá secando poco a poco hasta matarlo. Por eso, finalmente, ha aceptado pasarle la batuta a su hermano. El balance de estos cincuenta años es pavoroso. No hay forma humana de que la historia lo absuelva. Lo impiden dos millones de exiliados, miles de presos políticos, millares de fusilamientos, la ausencia absoluta de libertades, las familias destrozadas, y el mayor fracaso material que registra la historia de las dictaduras latinoamericanas. Como consecuencia del torpe gobierno de Castro, un hombre patológicamente caprichoso, unido al disparatado sistema comunista impuesto al país, los cinco elementos fundamentales que miden la calidad de vida de la sociedad se han agravado terriblemente: la alimentación, la vivienda, el vestido, el transporte, y las comunicaciones. Más allá de la ideología, la vida cotidiana es una pesadilla de incomodidades y carencias. Por eso la gente se echa al mar a bordo de cualquier cosa que parezca flotar.
Raúl está más cerca del gerente que del apóstol, del administrador que del comisario. Raúl Castro, en efecto, va a emprender una cautelosa reforma económica. ¿Cuáles serán? Primero, más espacio para los trabajadores por cuenta propia y el surgimiento de pequeñas empresas privadas familiares que brinden los servicios que el Estado no puede proporcionar; autorización para que las personas puedan vender o comprar libremente las viviendas y los autos; autorizar la salida y entrada del país a los cubanos, incluidos los deportistas. ¿Qué sentido tiene castigar a un jugador de béisbol por querer ganar diez millones de dólares al año en Estados Unidos en lugar de los 300 pesos mensuales que le paga el Gobierno cubano?

Cuba: cárcel de periodistas
En Cuba no existe otra prensa como no sea ese aparato macabro con que se oprimen las sustancias para lograr compactarlas y convertirlas en un mazacote rígido y supuestamente homogéneo. Todos los medios son propiedad estatal y responden únicamente a los intereses de un gobierno que se ha erigido como poder único sin distinción entre poder estatal y poder gubernamental. Prensa escrita, radial, televisiva, digital responden al partido único establecido en el poder desde hace medio siglo, que es el ente que la dirige, orienta y fiscaliza. Al no existir pluralidad partidista tampoco existe pluralidad mediática. La prensa independiente (concebida como dueña de medios, organizada de forma competitiva, y dotada de leyes que permitan la pluralidad y libertad de expresión) en Cuba no existe.
El periodista en Cuba no es un comunicador sino un soldado de fila. El periodista en Cuba no es una voz sino un eco: un elemento resonador de opiniones que provienen de las altas esferas de gobierno y que resultan incuestionables, irrebatibles e intransferibles. Son verdades oficiales y por tanto quien comete el pecado de refutarlas pasa al bando de los enemigos. Muchos periodistas fueron encarcelados bajo la tipificación de desacato a las autoridades. El gobierno en 1999 (dio) a conocer la Ley 88, que daba la posibilidad a las autoridades cubanas se condenar con diez y hasta 20 años de cárcel a todo aquel que brindara información. La ley tuvo un enorme rechazo internacional y no fue aplicada hasta varios años después de promulgada. La organización no gubernamental Reporteros Sin Fronteras contabiliza 26 comunicadores encarcelados actualmente en Cuba y la cataloga como la segunda cárcel de periodistas del mundo, después de China.

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