Friday, June 03, 2011

sobre la reforma política de México

Cómo construir mayorías en el Legislativo. Una es operar sobre el sistema de partidos. Otra es operar sobre el sistema electoral, es decir, sobre la manera que se traducen votos en escaños. No hay un solo método para construir una mayoría legislativa.

Un presidente que para sacar sus reformas acuda de manera regular al referéndum, haría prácticamente decorativas a las instituciones mediadoras donde se expresa la pluralidad política. Me refiero al Congreso. El referéndum tiene que ser una fórmula extrema y complementaria de la democracia representativa, no una catapulta para desgastar aún más al circuito representativo.

El proceso legislativo es lento, difícil, laborioso, porque traduce fielmente la pluralidad ideológica. La esencia de la democracia representativa es identificar soberanía popular con mayoría legislativa. Pueden existir, para distintos tipos de decisiones, diferentes tipos de mayoría: simple, absoluta o calificada. Puede uno, excepcionalmente, sustituir la mayoría calificada de la democracia representativa por la mayoría simple de la democracia directa: eso es el referéndum constitucional.

No es fácil conciliar el derecho de las mayorías a decidir con el derecho de las minorías a discrepar. Es el viejo problema de la democracia representativa: cómo establecer reglas para que unos pocos, en nombre de algunos, gobiernen a todos.

Para resolver esa encrucijada se necesita garantizar que la mayoría hecha gobierno no obstruya la posibilidad de la alternancia política, que es la esencia del respeto a las minorías. Si ningún partido tiene mayoría es porque el electorado no quiere darle demasiado poder a nadie. Y si diversos partidos minoritarios no logran ponerse de acuerdo es porque carecen de cultura democrática. Pero eso es una doble falacia. No existe una voluntad ciudadana abstracta independiente de reglas electorales concretas. La voluntad del electorado define qué mayoría particular se constituye, no cómo se construyen en general las mayorías. Por otro lado, los partidos políticos existen para ganar elecciones y llegar al poder y sólo se ponen de acuerdo con partidos opuestos si eso les ayuda a ganar elecciones para llegar al poder.

Siempre está la posibilidad de construir mayoría a través de la negociación y el acuerdo. Existe hoy una contradicción entre sistema electoral y sistema de gobierno. Entonces hay que definir: o me quedo con el primero y cambio el segundo, o me quedo con el segundo y cambio el primero. Una cosa son las mayorías electorales y otra son las mayorías parlamentarias. Son dos fenómenos distintos que responden a factores y lógicas distintas. Se puede crear mayorías electorales y no tener mayorías parlamentarias. Se puede crear mayorías electorales antes de las urnas (coaliciones) o en las propias urnas (el voto mayoritario a un partido) pero después no traducirse en coaliciones al interior del Congreso.

La discusión es cómo se construye la mayoría. Uno, operar sobre el sistema de partidos, intentar diseñar un sistema bipartidista que por definición genera mayoría. La otra fórmula es la de otorgar por ley la mayoría absoluta en el Congreso a quien obtiene la mayoría relativa de votos en las urnas. Creo que la representación en el Congreso debe mantener una correlación lo más exacta posible entre votos y escaños. Si la solución no es excluir partidos ni artificialmente convertir a una mayoría relativa de votos en una mayoría absoluta de representantes, hay que operar sobre el sistema de gobierno para facilitar la edificación de una mayoría.

Estoy en contra de la retórica que ha puesto en pie las candidaturas independientes: esa confrontación entre ciudadanos y políticos, en donde los ciudadanos serían los portadores de los valores positivos y los políticos de los valores negativos. Nos vamos a encontrar con que los candidatos independientes son partidos que no dicen su nombre. Pensemos en los candidatos independientes a la presidencia de la República: ¿puede alguien ser candidato a la presidencia de la República sin que lo acompañen candidatos a senadores, a diputados? Si la ley obliga a que el candidato presidencial vaya acompañado de candidatos a senadores y diputados, no habrá duda de que estamos frente a un partido. Ahora, si no se pone esa condición, será un partido personalista, una plataforma eficiente de lanzamiento para llevar a alguien a la presidencia, que en el caso de ganar lo haría sin un solo diputado y un solo senador de su propia organización. Los partidos políticos son inescapables ahí donde hay elecciones y ahí donde hay Parlamentos. Se pueden llamar alianzas, movimientos, como se quiera, pero no dejan de ser partidos.

El sistema presidencial tiene ese problema; se requiere el acuerdo de dos poderes para procesar las decisiones.

Los temas de referéndum, plebiscito, iniciativa popular, pueden ser procesados y ojalá no se sobrevenda la idea de que nos van a resolver los problemas de gobierno. Ésas son fórmulas que pueden ser adicionales a la democracia representativa, que pueden ser utilizadas de vez en vez, pero que no pueden ni deben sustituir los mecanismos de la democracia representativa.

Madison lo dijo bien: el Congreso debe ratificar a los miembros del gabinete pero sólo el presidente puede nombrarlos y removerlos: no debe comprometerse la independencia política del Ejecutivo frente al Legislativo.

Una reforma que conciliara mejor equidad en la representación política con eficacia en la acción legislativa.

Me parece que en este país hace falta una reforma del poder, más que una reforma política: una reforma del poder que acabe con la impunidad, con los privilegios de los sindicatos, los privilegios de los monopolios, la tramitología, la incapacidad y corrupción burocráticas. Lo que urge cambiar son las instituciones económicas y de impartición de justicia, y los incentivos que generan.