Thursday, August 21, 2008

El amor es así a veces


Con ella el amor es así a veces, de una transparencia sanguínea, como el interior de unos ojos cerrados. En cualquier otra circunstancia éste sería el momento en el que se acercarían el uno al otro, en el que ella se volcaría sobre él diciendo alguna obscenidad que provocaría inmediatamente la carne y su olor denso. Él disfrutaría de ella cerrando los ojos, dejándose llevar por esa sobreabundancia desmesurada que adora en el fondo, y le diría que quiere correrse en su boca sintiendo cómo las palabras se hacen comprometedoras por un segundo e inmediatamente después se quiebran como un cristal finísimo, y que el placer de reír es como el placer de esa carne que se tensa y distiende, que revienta y descansa. Lo que se ha quebrado aquí es, sin embargo, algo más frágil todavía que ese cuerpo; ya no sabe cómo hacer para que esas manos pertenezcan a esos pechos, ni qué ligazón mágica los había mantenido unidos para separarlos ahora. Sale del cuarto y abre la puerta del baño. Orina con la puerta abierta de manera que él pueda escucharla. Y por un segundo, gracias a ese sonido, él vuelve a ser el que es siempre en casa; tranquilo, pausado. Incluso cuando inventa fantasías privadas son siempre precavidas, familiares, como aquella: “quiero correrme en tu boca”, que ella repite después: “córrete en mi boca”, consiguiendo que, al ser repetida, se vuelva inmediatamente ridícula, inofensiva. Su rostro diciendo: “Córrete en mi boca”. Fragmento de Andres Barba

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