Tuesday, June 17, 2008

Pobreza y desigualdad


Pobreza y desigualdad
por Gabriel Zaid
Rompiendo con muchos de los lugares comunes que suelen aplicarse en el estudio social, Gabriel Zaid vaticina el deseable final de la pobreza y la inevitable -y sana- persistencia de la desigualdad.


Llegará el día en que los pobres sean protegidos como una especie en extinción. Habrá parques turísticos y hasta aldeas más o menos auténticas que ilustren cómo vivían. Quizá los visitantes admiren la inteligencia y dignidad con que se puede vivir estrechamente. Pero será difícil explicarles cómo pudo haber pobres en medio de la abundancia. La pobreza puede quedar atrás en unas cuantas décadas. Pensar que será eterna ayuda a perpetuarla. No hay que confundirla con la desigualdad, que también existe entre los millonarios, y seguiría existiendo si toda la población fuese millonaria. La pobreza es económica, la desigualdad es social y política.
Muchas desigualdades son injustas y deben terminar (por ejemplo, la discriminación racial). Pero la desigualdad económica no tiene esa importancia, ni puede impedirse. Lo importante es que todo ser humano disponga de suficientes proteínas, agua potable, ropa, techo, vacunas; y esto es algo que se puede lograr.


Namibia tiene la mayor desigualdad en la distribución del ingreso. Dinamarca y Japón son los países más igualitarios. Hay más desigualdad entre la población urbana que entre la campesina (lo cual refleja que la desigualdad aumenta sobre todo por arriba: por los que mejoran). También entre los hombres que entre las mujeres. La propiedad está más concentrada que el ingreso (lo cual indica que concentrar la propiedad es improductivo).
La desigualdad original es la política. El Estado aparece cuando los guerreros someten al resto de la sociedad (algo imposible en el nomadismo, pero fácil en la vida sedentaria) y constituyen una aristocracia que protege y cobra impuestos. La concentración de las armas precede a la concentración económica. El nomadismo es igualitario económicamente. Si todos producen de la misma manera, ¿cómo explicar que alguno tenga más? O tuvo suerte (que debe compartir para apaciguar las envidias); o hizo un pacto con el diablo; o despojó a los otros. Las ganancias de unos salen de las pérdidas de otros. Esto último fue elevado a teoría de la explotación por Marx. Una vez que los productores se liberan de la servidumbre pasan a depender del mercado. Su única mercancía vendible es su trabajo. Y el patrón les paga menos de lo que su trabajo produce: únicamente lo necesario para que subsistan, despojándolos del resto.


Una forma popular de esta teoría circula como argumento en favor de trabajar por cuenta propia: “Nadie se hace rico trabajando para otros”. Pero muchos asalariados se han hecho ricos trabajando para las grandes empresas, el gobierno y otras instituciones. Hay empresas que benefician sobre todo a los dueños, pero las hay que benefician sobre todo a los ejecutivos, o a los líderes sindicales, o a los proveedores, o al fisco. Y abundan las empresas que son un mal negocio, aunque benefician a la sociedad. Otra conseja es que los ricos se hacen cada vez más ricos y los pobres más pobres. Pero muchos desconocidos se vuelven millonarios y muchos millonarios se arruinan. China concentraba el 32.9% del PIB mundial en 1820, frente al 1.8% de los Estados Unidos. Lo cual se explica porque China tenía una población 38 veces mayor. A pesar de lo cual, para 1950 los Estados Unidos concentraban el 27.3% frente al 4.5% de China. Y es posible que las posiciones vuelvan a invertirse. Irlanda estuvo entre los países pobres y ahora está entre los ricos, no todos los pobres se hacen más pobres. Tampoco el país más rico se distancia cada vez más de los otros.

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