Thursday, May 22, 2008

Y toman la calle y desafían al mundo adulto y se emborrachan de felicidad


Memoria de un protagonista
"Allí donde reinaba el bienestar, también había una insatisfacción profunda", afirma el pensador francés, que analiza los cambios en las últimas cuatro décadas. El filósofo se ve a sí mismo como "uno de los últimos dinosaurios". En mayo de 1968 Edgar Morin (París, 1921) se había comprometido a sustituir a un profesor y a dar unas clases en la Universidad de Nanterre. Poco podía imaginarse, cuando llegó, que ya había saltado la chispa. "Cuando llegué había un caos absoluto; los coches de policía hacían sonar las sirenas y un joven pelirrojo gesticulaba sobre las tarimas", explica. Morin se dispuso a dar su clase. "Era un anfiteatro que no tenía ventanas y unos cuantos estudiantes se acercaron a mí gritando: '¡Huelga, huelga!'. Les dije que si querían hacer huelga tenían que someterlo a votación. Se votó y la mayoría optó por dar la clase, así que empecé. Entonces unos cuantos alumnos se pusieron a gritar: '¡Morin, flic (policía)!', cortaron la electricidad, el micrófono y la luz. Y no pude dar la clase".

PREGUNTA. ¿Qué estaba pasando?
RESPUESTA. La cuestión era la siguiente: ¿cómo es que en toda una serie de países con sistemas sociales y regímenes políticos completamente diferentes se estaban produciendo revueltas de estudiantes al mismo tiempo? Las había en el mundo occidental, pero también en Egipto, en Polonia... Por supuesto, el denominador común era una revuelta contra la autoridad . En Europa del Este era contra la dictadura del partido; en los países occidentales era, la de la familia, la autoridad paternal, y la del Estado.


P. ¿Y la represión sexual?
R. Se puede decir que fue un elemento desencadenante de Mayo del 68, ya que en Nanterre la chispa partió de la prohibición de que los chicos entraran en los dormitorios de las chicas. Pero hay que decir que no hubo reivindicaciones sexuales. Las grandes reivindicaciones relacionadas con el sexo, el movimiento de liberación de la mujer o el movimiento de autonomización de los homosexuales, aparecieron después. Hay que ponerlo en relación con lo que pasaba en California, donde la juventud del país más rico, los hijos de familias prósperas, abandonaban la casa paterna para llevar una vida comunitaria. Con esta revuelta, la adolescencia, que se encuentra entre la burbuja de la infancia y la integración, expresaba una aspiración profunda en evidente contradicción con el proceso de integración en la sociedad que se les proponía, consistente en la especialización, el oficio, la cronometría.


P. En una entrevista de 1976, usted utiliza la expresión: "Los insectos necrófagos han devorado el cadáver".
R. el Mayo del 68 en Francia tuvo dos fases: un primer momento de espontaneidad, un impulso, que toda la población parisiense vio con simpatía. Hay que decir, también, que la total inhibición del poder del Estado liberó a mucha gente de sus enfermedades psicosomáticas, de sus neurosis. Los gabinetes de los psicoanalistas y los psiquiatras se vaciaron. Pero luego, cuando empezó a faltar la gasolina y llegaron los problemas de abastecimiento, apareció la angustia entre la población y rápidamente la gente le volvió la espalda al movimiento.


P. ¿Qué efectos inmediatos tuvo Mayo del 68?
R. por un lado, un relanzamiento del marxismo como la explicación general de todo; por otro, un cierto movimiento de gente joven que se marchaba al campo para cambiar radicalmente de vida. El otro aspecto, a mi parecer, es que la civilización burguesa estaba muy segura de sí misma hasta 1968. La tesis era que la sociedad industrial desarrollada iba a disminuir al máximo las desigualdades, resolver el problema de la pobreza y generalizar la buena vida. Evidentemente, en la Europa del Este se decía que era el sistema comunista el que iba a crear el futuro más radiante. Pero en Occidente también empezó a ser evidente que allí donde reinaba el bienestar, también había una insatisfacción profunda.


P. ¿Mayo del 68 marca el fin del sueño de la felicidad?
R. La mitología de la felicidad de esta sociedad se hundía. Hice una encuesta sobre la evolución de la prensa femenina después del 68 y descubrí que las mismas revistas que hasta entonces les decían a las mujeres que siendo bellas y cocinando bien podían ser felices y conservar a sus mariditos cambiaron el mensaje para recordarles que envejecían, que sus hijos se marchaban de casa y sus maridos las engañaban. Resistid, era el mensaje. Era evidente que no se podía vender felicidad. Mi tesis es que los adolescentes, en tanto que la malla más débil de la sociedad aún no integrada, sienten de forma más intensa las tragedias y las carencias de la sociedad.


P. Desde el presente, ¿cuál fue el impacto de Mayo del 68?
R. Mayo del 68 debe ser relativizado hasta cierto punto, pero sigue siendo un electroshock. De entrada, porque fue una sorpresa gigantesca, y además porque convirtió a Francia en el único país en el que un movimiento estudiantil pudo desencadenar una gigantesca huelga obrera. Ciertamente, hubo un gran malentendido. En realidad, el movimiento estudiantil estaba apropiándose del papel revolucionario que se le atribuía a la clase obrera, pero fue la clase obrera la que se aprovechó de la situación para conseguir una serie de importantes aumentos de salario y derechos sindicales.


P. ¿Qué queda de Mayo del 68?
R. Para empezar, el acontecimiento fue totalmente olvidado. Es ahora, con esta enorme conmemoración mediática, cuando la historia resurge. La juventud pasa de fases estudiosas, aparentemente despolitizadas, en las que se diría que se ocupan exclusivamente de sí mismos, a despertar bruscamente con una explosión, a menudo provocada por un proyecto de reformas, de hecho, de minirreformas secundarias y estúpidas, que sirve de detonador a una revuelta estudiantil. Lo que es interesante es que una vez que ha comenzado la revuelta proporciona un placer maravilloso a sus protagonistas, porque les permite desafiar a la autoridad, a la policía. Entonces las autoridades les hacen caso, les reciben en los palacios, y cuando el ministro cede y les dice: de acuerdo, vamos a satisfacer vuestras reivindicaciones, entonces contestan: no, no. Queremos más. Y toman la calle y desafían al mundo adulto y se emborrachan de felicidad. Luego la revuelta se descompone porque, por un lado, un cierto número de elementos activistas intentan controlar el movimiento y se pelean entre ellos, y el tiempo pasa y el movimiento se deshace. Pero lo importante es que cada uno de estos episodios consigue que los jóvenes se politicen. Un proceso muy saludable para la sociedad francesa.

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