Murió el fundador de los Legionarios de Cristo. Murió sin ser alcanzado por la justicia terrena y la celestial es difícil que la sufra si es que existe. Ciro Gómez Leyva, quien en sus años en Canal 40 siguió de cerca el caso, hoy remeora los hechos en Milenio:
Dos criterios marcarán la biografía del padre Marcial Maciel: su visión y liderazgo en la construcción de los Legionarios de Cristo y las acusaciones de haber abusado sexualmente de menores. Sus devotos tratarán de hacer valer el primer factor. Los demás verán en él a un jerarca de la iglesia católica que agredió sistemáticamente a seminaristas que lo admiraban como a un sol. Los testimonios expresados en 1997 por José Barba, Félix Alarcón, Juan José Vaca y otros hombres que rondaban los 60 años, difundidos por los periodistas Jason Berry y Gerald Renner, así como por CNI/Canal 40 y La Jornada, terminaron provocando que a finales de 2004 el entonces cardenal Joseph Ratzinger reabriera la investigación en contra del padre Maciel, quien en enero de 2005 debió renunciar a la dirección de los Legionarios. En abril de ese año, el fiscal vaticano Charles Scicluna llegó a México y concluyó que la mayoría de la treintena de acusaciones recogidas reunían elementos de verosimilitud, confiabilidad y credibilidad. La presunción pública de El Vaticano sobre la existencia de una cultura de abuso, complicidad y encubrimiento marcó la derrota histórica del padre Maciel. Así lo creo y así lo publiqué aquí el 3 de mayo de 2005: "No obstante su inmenso poder, pesará más en su biografía el recuerdo de cómo, sirviéndose de ese poder, abusó sexualmente de menores; y de cómo trató de reducirlos a la nada con mentiras y amenazas". En mayo de 2006, 40 años después de los hechos, El Vaticano invitó a Maciel a retirarse a una vida de oración y penitencia, y a no aparecer más en actos públicos. Pero ni en esa circunstancia aceptó conceder el "me arrepiento por lo que hice" que le pedían sus víctimas. Descanse en paz.
También Miguel Angel Granados Chapa dedica su columna de hoy en Reforma a la muerte del sacerdote abusador:
El periodista David Yallop, conocido mundialmente por su libro En el nombre de Dios, acometió una tarea en donde acumula pruebas que harían inviable la santificación de Karol Wojtyla. El capítulo más extenso de su libro se refiere a la impunidad procurada por el Papa para el abuso sexual. Sólo después de su muerte el Vaticano procedió contra Maciel, documentada una larga serie de episodios en que envileció a decenas, cientos quizá, de niños dejados a su cuidado. El 19 de mayo de 2006 se anunció que luego de estudiar tales acusaciones, así como la defensa del acusado, expresada en 2002, "la Congregación para la doctrina de la Fe... decidió, teniendo en cuenta la edad avanzada del padre Maciel, y su frágil salud, renunciar a un proceso canónico e invitar al padre a una vida reservada de oración y penitencia, renunciando a todo ministerio público". Por esa lenidad, que era ya encubrimiento cuando el 26 de noviembre de 2004 el Papa, su secretario de Estado y "diversas personalidades eclesiásticas (celebraron) con todo boato el sexagésimo aniversario de la ordenación sacerdotal" de Maciel, por eso ha sido posible que el anuncio oficial de la muerte del fundador no sólo omita toda referencia a esas leves maneras de sancionar su conducta (que no implicaron exoneración ninguna) sino que lo consideren "instrumento de Dios para dar inicio de esta obra al servicio de la Iglesia y de la sociedad".
Muy poco después de la fundación de los legionarios, en 1944, Maciel fue acusado con precisión por la primera de sus víctimas que se atrevió a hablar y lo hizo ante el obispo Francisco González Arias. En los años siguientes no faltaron señalamientos semejantes, hasta el punto de que en 1956 Roma ordenó una investigación, frustrada por el silencio de las víctimas, que fueron avasalladas por el poder de su corruptor. Otros callaban porque se habían hecho sacerdotes, legionarios, y Maciel los elevaba a cargos jerárquicos en la congregación y en su poderoso sistema universitario y escolar. . todo se mantenía en silencio, requerido e impuesto por el propio abusador: "Van a venir algunas personas del Vaticano a preguntarles. Ya tu sabes, ellos son enemigos, el demonio ha logrado meterse incluso en el Vaticano para destruir a la legión. Si nos destruyen, destruyen la obra de Dios y tu vocación". Eso dijo en 1956 Maciel a Juan José Vaca, que sólo 22 años después, junto con otros al mismo tiempo víctimas y cómplices de Maciel hizo pública su denuncia, a la que siguieron muchos otros testimonios. Desde hace una década, pues, nadie puede ignorar quién era el fundador de los Legionarios de Cristo, salvo que se crea en una eficaz conspiración demoníaca, el libro de Fernando M. González (Marcial Maciel. Los legionarios de Cristo: testimonios y documentos inéditos) no deja lugar a dudas.
No comments:
Post a Comment