Mi aversión por Federico Reyes-Heroles data de una cuestión personal. Hace años, cuando yo era joven y virgen, don Fede se apersonó en la FIL Mty. para inaugurarla, dio unas palabras y como yo era un muchachito fácil de deslumbrar, me le acerqué al terminar el acto para pedirle que me autografiara mi diario y me pusiera algunas palabras de ánimo. El muy mezquino y centavero intelectual sólo alcanzó a voltear a mirarme con desdén y decirme con cierto aire a pedantería: "sí como no, allí adentro hay varios libros míos...", fin de la plática, adiós pequeño y allí me quedé yo cual menso sorprendido porque no fue capaz mi entonces admirado Fede de regalarme unas miserables palabras suyas.
Afortunadamente la vida da revanchas y hoy me doy cuenta del ridículo en que ha caído Reyes-Heroles por andar levantando firmitas y buscar protagonismo amparándose contra la reforma electoral. Así está el cuento: Un grupo de intelectuales presentó a finales de diciembre -el día 20- un amparo contra la reforma haciendo hincapié en el artículo 41, que prohíbe la contratación de espacios en radio y televisión por cualquiera que no sea un partido, para no "influir" en las preferencias electorales de los ciudadanos, denunciando una presunta violación al artículo sexto de la Constitución. Una semana después, un juez federal desechó por notoriamente improcedente la demanda de los 18 quejosos, que al solicitar la revisión en el juicio de garantías esperan que la realice no un tribunal colegiado como es normal para todos los mortales, sino la propia Suprema Corte. El amparo promovido será improcedente porque no es verdad que la reforma afecte su derecho "para acceder a los medios de comunicación con igualdad y equidad" ni el de crear espacios para la deliberación pública bajo una base razonable de igualdad y sin ninguna coerción. Tampoco se les ha "restringido su garantía de expresión y deliberación frente a los partidos" ni el derecho a crear una opinión pública crítica y democrática. ¿No ha aprendido Federico que una de las principales causas que corrompen la calidad de la democracia es precisamente el encarecimiento de las campañas, que orilla a los partidos a conseguir recursos de grupos privados y de poder de quienes, obviamente, se convierten en deudores y no de dinero, sino de favores políticos?. Pero este "adalid de la anticorrupción" prefiere hacerle el juego a las televisoras y a los grupos de presión con su absurda demanda. Su ignorancia es tal que no se da cuenta de que en las democracias avanzadas también se prohíbe la compra de espacios publicitarios para hacer campaña para tratar de atemperar la influencia de los medios de comunicación y de los grupos de poder. ¿Eres tonto o nomás te haces? Para cuestiones electorales yo le creo más a José Woldenberg quien ya dio un alegato mucho más ponderado al respecto y a Denisse Dresser que en su columna le puso una trapeada a la que Fede no a tenido los suficientes tamaños como para responderle. O qué ¿Eres cobarde o nomás te haces?.
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