"... Hay, en cambio, incongruencia, en que intelectuales, políticos o gobiernos que se dicen democráticos sirvan los intereses de un régimen enemigo de la cultura democrática y, en vez de mostrarse solidarios con quienes en Cuba van a prisión, sometidos a toda clase de privaciones y tropelías, apoyen a sus verdugos y jueguen el papel de celestinas o “putas tristes” -empleando un término de actualidad- de la dictadura caribeña. Es un insulto a la inteligencia pretender hacer creer a cualquiera que haya seguido someramente el casi medio siglo del régimen cubano, que la manera más efectiva de conseguir “concesiones” de Castro es el apaciguamiento, el diálogo y las demostraciones de amistad con su tiranía. Y lo es porque el propio Fidel Castro se ha encargado de disipar cualquier malentendido al respecto: él tiene cómplices, cortesanos, sirvientes, que colaboran con su política, sus designios, su gobierno y su modelo político-social, de los que ninguno de sus numerosos “amigos” lo ha hecho apartarse jamás un milímetro. Es verdad que, a veces, algunos de esos politicastros convenencieros o intelectuales en pos de credenciales progresistas que van a retratarse con él y a echarle una mano publicitaria reciben como regalo un preso político. Pero esa asquerosa trata de presos en vez de mostrar un ablandamiento del régimen es más bien una señal de inhumanidad… "