Wednesday, November 28, 2007

Estiércol y política

Lo que vemos, escuchamos y leemos de la política mexicana en los tiempos de la democracia electoral y la pluralidad partidista, no está muy lejos de aquellos juegos infantiles comunes en las rancherías, en los que los bandos de niños en disputa empleaban como proyectiles el estiércol reseco al sol. Todos en el pueblo sabían quiénes resultaban derrotados en esas singulares "batallas de estiércol", porque los delataba un penetrante olor a vacuno.

Los políticos mexicanos de hoy -cuyas agrupaciones partidistas son entidades de interés público-, sean de izquierda, derecha o centro, parecen atacados por una peculiar regresión infantil que los lleva a emplear como proyectiles en sus guerras intestinas y en sus batallas con otros partidos, el mismo estiércol delator, inocuo en cuanto a sus daños físicos o políticos -porque sólo destruye famas o glorias, pero no acaba con fortunas mal habidas-, pero revelador del tipo de guerra de la que se trata y, por supuesto, del talante de los guerreros políticos implicados.
El nombre del juego parece ser el de ensuciar con estiércol, lo más posible, al adversario; sea o no del mismo partido, pertenezca o no a la izquierda, la derecha o el centro. El estiércol como arma política, como argumento en el esgrima político, como instrumento en las batallas de y por el poder; estiércol que al final ensucia más al que lo lanza que al objetivo que busca, pero que al final de cuentas denigra a los políticos todos y la política en general.

La política mexicana es un estercolero que nos retrata. Ese es el tipo de políticos que hemos producido como sociedad; políticos de los tiempos de la democracia electoral, la pluralidad y la alternancia.
¿Quién les cree a los políticos mexicanos, a esos que lo mismo mienten, engañan, inventan, fantasean, se roban dinero, viven de dinero público y que no resuelven nada de los problemas de todos? Son los políticos que nos merecemos, porque están donde están por nosotros. Entonces, el problema es nuestro.

1 comment:

Anonymous said...

Desgraciadamente el pueblo mexicano es apatico ante muchas situaciones, y una de ellas es la politica, tal parece que a la gente solo le impota trabajar, comer y dormir y mientras que esas funciones basicas no se le trastornen todo lo demas sale sobrando, alguien dijo que el castigo para aquellas personas que no se interesan en la politica es ser gobernados por los que si se interesan y creo que en México estamos sufriendo el castigo...hasta esiste un refran mexicano que nos prohibe hablar de religión y de politica cuando nos reunimos...