Tuesday, August 31, 2010

Clerecía impune



Clerecía impune
A cada pequeño paso de modernización, la ruidosa clerecía mexicana se lanza contra todo lo que signifique civilidad, tolerancia, admisión de la pluralidad, aceptación de la igualdad de derechos para los desiguales en ideas, costumbres, preferencias sexuales, si no concuerda con su idea de lo moral.

Secuelas de una calumnia
Los obispos faltan a la verdad haciendo creer que el Artículo 4, de la constitución se refiere "a la esencia misma del matrimonio entre un hombre y una mujer, expresado" en ese Artículo. Si los prelados leyeran la Constitución en vez de meramente evocarla, descubrirían que la palabra matrimonio no aparece en ese artículo, y que la mención a "el varón y la mujer" es para establecer su igualdad, no en referencia a la unión conyugal.

¿Y a qué no se ha opuesto la Iglesia?
Luis González de Alba
Juan Sandoval tiene derecho a opinar lo que guste sobre bodas entre homosexuales y adopciones. Pero acusar a la Suprema Corte de recibir sobornos es una calumnia… o debe comprobarse.
¿A qué no se ha opuesto la Iglesia en 16 siglos? En cuanto se hizo del poder político, la Iglesia primitiva canceló las olimpíadas clásicas que llevaban más de mil años ininterrumpidos. La Iglesia las canceló porque eran la fiesta del cuerpo, la juventud, la salud: los atletas realizaban sus competencias en absoluta desnudez y al rayo del sol.
La Iglesia se dirigió luego contra la ciencia. Desde el martirio de la astrónoma Hipatia en Alejandría (marzo del 415), por una turba de cristianos azuzados por el obispo Cirilo (hoy San Cirilo, esa bestia), la Iglesia se ha opuesto a todo lo que hoy conforma el mundo moderno: desde la rotación de la Tierra y su traslación alrededor del Sol, hasta la evolución, admitida con desgano; los métodos anticonceptivos, la igualdad de la mujer ante la ley, la elección de gobernantes por votación y no por derecho divino de los reyes. Las leyes civiles han modificado las penalidades aplicables al delito y prohíben latigazos, desmembramiento, cualquier tortura y, por supuesto, la hoguera como método para salvar pecadores. Pero los cardenales no han hecho su tarea con las torturas de la eternidad.
Lo que hizo la Suprema Corte es confirmar el Artículo 1 de la Constitución, que establece la igualdad de todos los mexicanos ante la ley. La pregunta no es por qué sí, sino por qué no en lo que hace a matrimonio y adopción.
Los señores que se visten con faldas coloradas, encajes de bolita, gorros de cucurucho y otras mariconerías, están en todo su derecho de negar sus sacramentos a quien decidan, entre ellos el matrimonio eclesiástico, y de opinar en cuanto al civil; calumniar, nunca.