Thursday, July 08, 2010

Para salvar a la democracia




Temíamos mucho que llegara el momento en que el crimen organizado bloqueara los procesos electorales, determinara candidatos y condicionara programas políticos, pero ese momento ha llegado. Según la definición clásica de Max Weber sobre el Estado como el monopolio legítimo de la coacción física, no sólo se ha perdido el monopolio efectivo en el uso de la violencia sino que además se está perdiendo la legitimidad.


Son muchos los defectos de la clase política que hoy gobierna al país. Han sido desleales con los imperativos de la consolidación democrática, han preferido usar de los medios que tienen a su alcance para construir clientelas políticas en lugar de favorecer la multiplicación de ciudadanos conscientes, han menospreciado la importancia de fortalecer cada vez más los derechos y el apego a la ley, han ignorado la rendición de cuentas y le han faltado el respeto a la gente jugando a la propaganda mediática en lugar de hablarles con la verdad; y sobre todo, no han sido capaces de quebrar el ciclo de corrupción, ineficacia e impunidad que ha minado las bases de nuestra convivencia.


Recuerdo bien los textos de Hermann Heller, el clásico de la Teoría del Estado, quien escribió que cuando un poder fáctico desafía con violencia el dominio legítimo del Estado, solamente puede suceder una de dos cosas: o ese poder es destruido por el Estado o éste queda subordinado a quien lo derrota. Una vez que se ha llegado al extremo, ya no hay otras salidas.


Hastiados de la corrupción y del cinismo de la clase política, empobrecidos y rotas sus esperanzas por todos lados cada vez más mexicanos van optando por refugiarse en su vida privada. No sienten los asuntos públicos como cosa de ellos, sino de otros: de los ricos y de los poderosos. Sin embargo, la violencia está ahí, todos los días y nadie puede ignorarla. Por más apatía que se tenga de la política o de la vida pública, nadie sensato puede hacer la vista gorda. Y tampoco puede ignorar que de seguir así, cualquiera puede ser la siguiente víctima.