Friday, July 16, 2010

La fragilidad de la democracia



A poco más de 15 años de pronósticos tan optimistas, cabe preguntarse qué tan satisfechos estamos con el cambio político.


Los mexicanos identificamos la democracia con elecciones libres y competidas y con pluralidad partidista. Todo eso hemos tenido por lo menos desde 1994. ¿Qué ha pasado desde entonces que ha minado el apoyo a la democracia entre nosotros? ¿Son demasiadas elecciones, demasiados partidos?.

En 1996 se introdujeron las reformas al Cofipe que fortalecieron la confianza de los ciudadanos en el voto y de los partidos en la autoridad electoral; en 1997 el PRI perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y el presidente Zedillo se vio atrapado en una difícil experiencia de gobierno dividido que, sin embargo, era prueba de que la pluralidad política se había instalado efectivamente entre nosotros. En 2000, Vicente Fox derrotó al candidato del PRI y desde entonces la alternancia en el poder perdió excepcionalidad.

El Poder Legislativo es un auténtico contrapeso al Ejecutivo. En términos generales, los mínimos del régimen democrático parecen haberse afianzado. ¿La democracia es menos atractiva ahora que conocemos su funcionamiento? ¿Qué nos disgusta de la democracia? ¿Sus costos? ¿Sus políticos? Creo que lo que nos disgusta son sus limitaciones. Es decir, siempre supimos que la democracia en sí misma no serviría para resolver problemas tan fundamentales como la desigualdad o la pobreza, al menos en el corto plazo. Creímos que contribuiría a frenar la corrupción, incluso a castigarla, pues un funcionario reconocido por su conducta criminal jamás obtendría un solo voto.

Todo lo contrario ha sucedido. Todos los días la prensa publica información a propósito de problemas de desvío de recursos en los que están involucrados presidentes municipales, diputados, gobernadores de todos los partidos. Los líderes de los antiguos sindicatos del PRI nunca habían sido tan prósperos. La permeabilidad de la democracia a la corrupción podría ser una de las explicaciones de que haya perdido apoyo entre nosotros, aunque muchos piensan que es la incompetencia de muchos funcionarios públicos, el desempleo, o, por encima de todas las cosas, la inseguridad.
No sólo a los mexicanos nos ha desilusionado la democracia. Algunos autores hablan de que en años recientes se ha extendido una suerte de “fatiga”, de “melancolía”.