Tuesday, November 25, 2008

erudito ante el agravio


(De Juan Villoro)

El mexicano derrocha afecto, pero tiene un sexto sentido para detectar el desdén. Si otros pueblos necesitan traiciones para ofenderse, a nosotros nos basta un ojo desviado. Ciertos momentos de inmensa tensión social derivan de dos frases que nunca pronunciamos en voz alta. La primera es: "ya me vio"; la segunda, "que él me salude primero". Un atávico sentido del honor nos hace disfrutar que sea la otra persona quien se aproxime a darnos la mano. Esto lleva a una de las quejas más extravagantes de la etiqueta social: "el otro día no me saludaste". Aunque el agraviado tampoco haya saludado, se siente en posición de criticar el ninguneo. Responder "no te vi" sólo agrava las cosas, pues indica que te crees lo máximo y no adviertes a un conocido que ha engordado sin que tu mirada lo abarque. ¿Cómo reparar los daños en un país olvidadizo ante la responsabilidad y erudito ante el agravio?

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