Monday, October 20, 2008

El Fantasma de Canterville

Me ha dado por acordarme del Fantasma de Canterville de Óscar Wilde. En este relato, Wilde depositó todo su desprecio frente a la arrogancia norteamericana. Ustedes recordarán a la familia Otis, encabezada por Don Hiram B. Otis, Embajador de Estados Unidos en Inglaterra. Para su hospedaje, la familia Otis renta un desvencijado castillo y ya con esto se siente instalada en la grandeza. Desde hace muchos siglos, en el castillo reside un fantasma que ha cometido crímenes inauditos. Cuando llegan los norteamericanos se dispone a dar la batalla.
En el salón principal del castillo hay en el suelo una enorme mancha de sangre que alguna vez fue derramada en un crimen atroz. Esta antañona mancha ha horrorizado a muchas generaciones, pero no a la familia Otis. Don Hiram echa mano de un acreditado producto yanqui, lo frota con un lienzo sobre la mancha y en un periquete, ésta desaparece. Desde su escondite, el fantasma mira la ejecución de tamaño sacrilegio. A la media noche, aparece y con sus pigmentos, restaura la mancha. Así transcurre la vida en el castillo. Los Otis quitan la mancha en el día y el fantasma la vuelve a poner en la noche. Cuando llega ese mal momento en el que al fantasma se le acaba el rojo, éste tiene que robar las pinturas de la joven Virginia Otis para seguir restaurando el recuerdo de aquel crimen. La mancha va adquiriendo diversos colores hasta que llega a las tonalidades del verde.

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