Fechado el 12 de junio de 1997 -y publicado como texto de presentación del número 248 de la revista Vuelta-, Octavio Paz publicó un pequeño ensayo sobre el histórico proceso electoral federal que se llevó a cabo en las semanas previas -el 6 de julio-, y que marcó el principio del fin de la hegemonía del viejo PRI en el poder. En esa elección -en la que se renovó la Cámara de Diputados luego de la reforma electoral de 1996-, el PRI perdió la mayoría y el control político de San Lázaro, en una batalla histórica que marcó el inicio de la pluralidad partidista. Por primera ocasión los partidos opositores consiguieron una mayoría en la representación popular. Para Octavio Paz, las elecciones de ese 6 de julio fueron “la culminación de un proceso político que comenzó en 1968”, año “de la primera gran crisis del sistema mexicano”, y que coincidió con dos fenómenos de extraordinaria importancia, uno internacional y otro nacional: la rebelión en las sociedades liberales capitalistas de Europa y Estados Unidos y la entrada en acción de una clase media desconocida en México, los contingentes juveniles que formaron el núcleo del movimiento del 68 pertenecientes a esa clase.
Según Paz, los dirigentes estudiantiles “ignoraron el verdadero sentido del movimiento que encabezaban y tardaron 20 años en desorganizarse. Su encuentro con la democracia fue tardío. Lo mismo puede decirse de casi toda la izquierda… la reacción de los partidos fue igualmente incomprensiva. El Partido Comunista vio con desconfianza a un movimiento que no se ajustaba ni a sus ideas ni a sus previsiones acerca de lo que era o podía ser una revolución social… El PAN los ignoró; el PRI procuró destruirlos”. Líneas adelante, dice que “más allá de la represión o de la violencia guerrillera, paralela a la gubernamental, permaneció viva y tenaz la aspiración democrática poderosa, pero confusa… y sólo un pequeño grupo declaró que la única solución viable era una evolución pacífica y gradual hacia el pluralismo democrático”. No tardaron las críticas severas provenientes de la izquierda, que motejó la salida propuesta como “gradualismo”, al tiempo que Paz fue identificado entonces como un intelectual de derecha. Pero luego los cuestionamientos vinieron también del PRI y hasta del PAN, cuando en las revistas Plural y Vuelta, Octavio Paz insistió -en 1985, en esta última, reunió un conjunto de ensayos con el título de “PRI: hora cumplida”- en la tesis de la evolución gradual y pacífica hacia el pluralismo. En el ensayo del 12 de junio de 1997, el poeta dice que el proceso electoral federal de ese año “confirmó nuestras previsiones”. Y dice del PRD, que en ese 1997 fue el partido revelación: “La izquierda era una minoría que jamás se habría convertido en lo que hoy es sin una escisión del PRI. Ahora mismo sorprende el número de antiguos e importantes miembros del PRI que son candidatos del PRD. No es exagerado decir que el PRD es un PRI reconstruido”.
Por eso la vida política mexicana “rica en los últimos meses en riñas salpicadas de vulgaridades, requiere un poco de generosidad y de grandeza. La creación de una democracia sana exige el reconocimiento del otro y de los otros”. Y termina con la siguiente reflexión: “Una política de venganzas o la imposición de reformas que encontrarían un repudio en vastos sectores de la opinión pública, nos conducirían a lo más temible; a las disputas, las agitaciones, los desórdenes y, en fin, a la inestabilidad, madre de dos gemelas, la anarquía y la fuerza. Lo que necesitamos es una política de reconciliación nacional. Lo piden no sólo la moral sino la sensatez. Tan mala como la impunidad es la intolerancia. Lo que necesitamos para asegurar nuestro futuro es moderación, es decir, prudencia, la más alta de las virtudes de la política. México ha vivido siempre entre los extremos, la dictadura y la anarquía, la derecha y la izquierda, el clericalismo y el jacobinismo. Nos ha faltado casi siempre un centro y por eso nuestra historia ha sido un largo fracaso. La prudencia, natural enemiga de los extremos, es el puente del tránsito pacífico del autoritarismo a la democracia”.
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1 comment:
¿Qué visionario fue el poeta! ¿No creen?
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