En septiembre de 1996 el fiscal especial Pablo Chapa Bezanilla recibió una llamada: el gobierno le pidió que averiguara el crimen del diputado Manuel Muñoz Rocha, así que el fiscal puso manos a la obra y contrató a una vidente llamada Francisca Zetina, mejor conocida como La Paca. Con la voz fantasmal que caracteriza a quienes tienen experiencia en comunicaciones con el más allá La Paca informó al fiscal que en la finca El Encanto, cuyo dueño era el hermano del ex presidente Carlos Salinas, se encontraba enterrada una osamenta. “Veo un cráneo en el corral, debajo del zacate”, dijo. Y enseguida añadió: “Es el cráneo que todo México anda buscando”. “¿Un cráneo? ¡Pero cómo!”, preguntó el fiscal, atónito, y no atinó a decir más. Después de un silencio que pareció eterno, La Paca continuó: “El muerto es el ex diputado Manuel Muñoz Rocha y fue asesinado por Raúl Salinas de Gortari, hermano del ex presidente”. “¿El que está preso en Almoloya?”. “El mismo”. “¿Está usted segura?”, preguntó Chapa. Silencio sepulcral. “¿Está usted segura”?, insistió el fiscal. “Esa pregunta me ofende”, respondió La Paca. “Mi deber es informarle que veo una osamenta, que el muerto es Muñoz Rocha y que murió a manos de Raúl Salinas, de muerte natural”. “¿Cómo de muerte natural?”, brincó sorprendido Chapa. La Paca hizo acopio de paciencia: “Con todo respeto. No hay nadie que resista un golpe con un bat de beisbol en la cabeza. Con un golpe así es natural que uno se muera. El cuerpo fue enterrado por el teniente coronel Antonio Chávez y por un médico de acento extranjero”.
A los pocos días la vidente hizo llegar al fiscal un mapa con la ubicación exacta del cráneo.
El 9 de octubre de 1996, luego de dos días de excavaciones en la finca El Encanto, fue hallada la osamenta. Ese día todos los periódicos de México publicaron la fotografía de un agente judicial que sostenía en la mano una charola con un cráneo y, como una Salomé indiferente, lo mostraba a la cámara.
El 2 de diciembre de 1996 el país amaneció con la noticia de que el cráneo no era el de Muñoz Rocha. La estatura comprobada de la osamenta no correspondía a la de ese muerto, dijeron los peritos, además de que los mechones del cabello resultaron negros y no casi completamente canos, como los que tenía el ex diputado.
El sábado 1 de febrero de 1997 todos los vipers (skytels) de todos los ciudadanos con este sistema de telefonía recibieron a la misma hora el mismo mensaje: “Urgente. La osamenta no es de Muñoz Rocha, sino del consuegro de La Paca”.