Friday, April 18, 2008

Notas sobre una toma



La toma de la tribuna por integrantes del FAP es un evento grave que daña la construcción de nuestra, al parecer eterna, consolidación democrática. Pero mientras veía las escenas en el noticiero de López-Dóriga me dio por pensar: ¿bueno, y éstos partidos llegarán a pagar todas las que están haciendo? ¿el electorado mexicano será lo suficientemente maduro como para cobrarles la toma de Reforma, la toma de las cámaras, los amagues violentos, los insultos a las instituciones? ¿o serán los votantes del 2009 una bola de estúpidos tarugos que volverán a darle su voto a estos dizque partidos de izquierda? Creo que la elección intermedia del año próximo será una prueba de fuego no tanto para los partidos, sino para saber de qué está hecha la ciudadanía.

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¿Y el sindicato apá? Al sindicato petrolero, el corrupto, el que desvió al Pri en el año 2000 500 millones de pesos, de ese nadie habla, a esa cueva de bandidos ni quien la toque, sobre su condición actual ni quien quiera debatir. ¡Congresistas cínicos, hipócritas!

Aquí algunos mordiscos de la prensa acerca de los hechos recientes:

Héctor Aguilar Camín en Milenio:
"Imaginen que los panistas o los priistas tratan de impedir físicamente que tome posesión el jefe de Gobierno perredista de la Ciudad de México o el nuevo gobernador perredista de algún estado. Imaginen que el PAN o el PRI pagan grupos de gritones que van siguiendo a todas partes al jefe de la izquierda para cubrirlo de insultos y provocar a sus cuerpos de seguridad. Que el PRI o el PAN organizan grupos dispuestos a cerrar calles y aeropuertos si las cosas de la política no van como ellos quieren. Que legisladores priistas o panistas toman la tribuna y cancelan las sesiones en el Congreso cada vez que el PRD quiere aprobar algo en lo que sus adversarios no están de acuerdo. ¿Qué diría la izquierda si fuera gobierno frente a una oposición panista o priista que fuera como el PRD?"

J.S-H.M.:
¡Y yo que pensaba que los demócratas buscaban inaugurar la vida del Congreso en México!

Ramón Cota Meza en El Universal:
La atroz conducta de la izquierda describiría una lógica: lógica del resentimiento nacido de la orfandad ideológica por el derrumbe de su esquema de inserción en el mundo. ¿Autocrítica? Primero muertos; mejor hacerse el disimulado que mostrarse débil ante el contrario, inmolarse antes que rectificar. El perturbador delirio de la izquierda mexicana proviene de vivir bajo simulación, lo que refocila su añejo resentimiento, exacerbando así un conflicto moral duro de encarar, de ahí su inclinación a hundirse con todos antes que rectificar mediante un riguroso examen de conciencia y la humildad del caso.

Roberta Garza en Milenio.com
Hace tiempo salieron al aire unos anuncios diseñados para hacer de la corrupción algo políticamente incorrecto. Al que robe llámale por su nombre —ladrón—, decían. Los recuerdo cuando veo a López Obrador silenciando un diálogo, ése sí, tan legal como legítimo, entre legisladores democráticamente electos, amparando su violencia en medias verdades o en mentiras llanas: alega una privatización del petróleo que no existe; y alega la necesidad de un diálogo nacional que él mismo impide al ser justamente los legisladores, por él secuestrados, los representantes plenipotenciarios de todos los mexicanos. A López Obrador le importan un sorbete la pobreza, el petróleo y el supuesto fraude: su estrategia es, por violenta, la del amedrentador que busca desestabilizar con lo que pueda a las instituciones que se dejen para llegar al poder a como dé lugar: si hay necesidad de dinamitar el país, estará bien. Allí radica su peligrosidad, su doble filo: en un discurso oscurantista y falsamente bueno que deberá ser creído por sus seguidores a ciegas, sin importar la incongruencia o el absurdo.




Las adelitas:

La generala Sheinbaum.
La coronela Alejandra Barrales.
La activista y actriz Jesusa Rodríguez comanda la brigada las Enaguas profundas.
Laura Itzel Castillo, coronela de la brigada Herberto Castillo;
Martha Pérez Bejarano, encargada de la brigada Coronela Alanís.
Lenia Batres, hermana de Martí Batres y de la diputada Valentina Batres, responsable de la brigada Benita Galeana.
Patricia Ruiz Anchondo, que tiene a su cargo la brigada Amalia Solórzano.

Los Simpsons hacen enojar a Argentina


A través de sus casi dos décadas de transmisión, el humor irreverente de la serie animada Los Simpsons ha hecho sátira de todos los aspectos de la vida estadounidense. Cuando la familia amarilla decide salir de viaje, es común encontrar en tales episodios bromas a expensas del país anfitirión, como le ha ocurrido a Brasil, Japón y Australia.
Esta vez los personajes creados por Matt Groening no tuvieron que salir de Springfield para causar indignación en Argentina, gracias a dos líneas de diálogo de uno de los episodios de la más reciente temporada. “E. Pluribus Wiggum”, el décimo episodio de la temporada 19, satiriza sobre el clima político en los Estados Unidos y encuentra a los ciudadanos de Springfield ponderando cuál tipo de gobierno les apetece elegir. Uno de los amigos de Homero Simpson, Carl Carlson, dice: “me inclino por un regimen militar similar al de, huh, Juan Perón. Cuando él te desaparecía, te quedabas desaparecido”. A lo que su amigo, Lenny, le responde “Además, estuvo casado con Madonna”.

La cantidad de imprecisiones históricas no ha sentado bien con argentinos que han visto ya el episodio en su transmisión norteamericana, antes de que aparezca en las pantallas argentinas. El régimen militar al que probablemente se refiera el personaje de Carl inició hasta una vez terminada la presidencia de Perón, y representa uno de los episodios más dolorosos de la historia argentina. Conocida como la Guerra Sucia, este periodo de represión fue escenario de la desaparición más de 30,000 ciudadanos. No es algo que en Argentina se tome a la ligera, y tampoco una asociación que los descendientes de Juan Domingo Perón aprecien. El comentario de respuesta de Lenny juega aún más con la realidad y la ficción: se trata de una referencia a la película Evita, donde Madonna interpretó a Eva Perón, esposa del ex-mandatario.
Pese a que cabe la posibilidad de que se trate de una broma planeada para evidenciar la ignorancia en cuestiones de historia de los personajes, el tema sigue siendo uno muy sensible para ciertos sectores del pueblo argentino. El diario Perfil en su edición el línea, reportó la nota con el encabezado “Para “Los Simpsons”, Perón fue un dictador que cometió crímenes de lesa humanidad”. Variety.com reportó que Lorenzo Pepe, secretario general del Instituto Nacional de Juan Perón, acudió a la Comisión Federal de Radiodifusión para que tome medidas contra el episodio.

No queda claro qué es lo que la Comisión pueda hacer al respecto: de acuerdo con un vocero del órgano, la censura no es una opción, pues el programa ha sido una de los programas extranjeros más populares de Argentina. Alterar el diálogo a través del doblaje también está fuera de sus manos: en Argentina, como en muchos otros países de Latinoamérica, se transmite la versión doblada al español “neutro”, realizada en México.
No es la primera vez que Los Simpsons tiene roces desafortunados con Latinoamérica. En el 2002 causó molestia en el presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso por el retrato que hacía del país carioca en el episodio “Blame it on Lisa”, donde el transporte público es sustituido por una fila de bailarines de conga, ratas impiden a los transeúntes atravesar las calles y Homero es secuestrado por un taxista. En fechas recientes, la serie fue prohibida del todo en Venezuela, por “infringir las prohibiciones de difusión en dicho horario (11:00 AM) de mensajes que atentan contra la formación integral de niños, niñas y adolescentes”, según lo previsto en la polémica ley de responsabilidad social en radio y TV, sancionada en 2005. El lugar de la serie animada lo ocupó la serie Baywatch.

Tal para cual


En la oficina Oval, los dos hombres hablan sobre los derechos humanos, las libertades religiosas, la inmigración, la lucha contra el terrorismo y los extremistas. Estados Unidos cuenta con 70 millones de católicos, un cuarto de su población. Benedicto XVI es el segundo papa en visitar la Casa Blanca desde Juan Pablo II, quien fue recibido por Jimmy Carter en 1979, y su visita es la novena de un papa a Estados Unidos.

Los veneros de petróleo que nos dio el Diablo


Es ahora Fernando del Paso quien en La Jornada le entra –¡cómo no!- al debate petrolero sabiéndose de antemano ignorante. Tanta historia y tantas letras para al final justificar su desconfianza hacia la inversión extranjera en el petróleo. ¿El argumento? ¡La historia del siglo XIX y del XX! ¡La historia usada de manera tramposa para disfrazar el argumento! Cuestiones que nada tienen que ver con la situación actual en el mundo.

Fernando del Paso
Los veneros de petróleo que nos dio el Diablo


Con esta contribución me incluyo y me retiro al mismo tiempo del llamado debate sobre el petróleo. En un programa difundido la semana pasada en el Canal 11, el senador por el PRD Graco Ramírez afirmó –cito de memoria– que la gran mayoría de los mexicanos tiene una opinión definida sobre el futuro del petróleo en México. Es probable que, sin embargo, yo no pertenezca a esa gran mayoría: me retiro porque no tengo la capacidad, o en otras palabras, la preparación, los estudios necesarios para opinar sobre las implicaciones tecnológicas y económicas de una reforma energética. Coincido con lo que dijo Manuel Bartlett Díaz en la revista Forma del mes de enero-febrero de este 2008: “Nadie sabe qué es la reforma energética y todos saben qué es la reforma energética”.
Sí pertenezco, en cambio, a esa mayoría total –quiero pensar que lo es– de mexicanos que estamos dispuestos a defender a ultranza nuestro petróleo. ¿Quién no lo está? Pero pertenecer a esta mayoría, y formar parte de un grupo selecto en el que se mezclan simples novelistas –como un servidor– con expertos en politología, historia y economía, es otra cosa. En este caso, pienso que el escritor queda en desventaja. O al menos yo, por mi ignorancia.
Ampararse con la bandera de la ignorancia no es, desde luego, un motivo de orgullo y mucho menos un pretexto digno para retirarse de la arena. En las últimas semanas he leído con asiduidad y con cuidado una buena parte del material que se ha publicado sobre la reforma energética –o mejor dicho la petrolera–, y he tomado notas de los debates difundidos, sobre este tema, en el Canal 11. Lo menos que podía hacer, creo, era tratar de saber por qué no sé y, así, saber un poco más.

La mancuerna del Diablo

Defender nuestro petróleo de los intereses extranjeros implica, entre otras cosas –y cuando menos–, saber por qué lo hacemos. Algo en este sentido puede enseñarnos la historia y en particular la de América Latina, que no ha sido otra cosa, desde hace dos siglos, que la patética relación de los dorados auges y las caídas estrepitosas de sus productos, o en otras palabras la alternancia del milagro económico y la quiebra súbita y casi absoluta.
Desde 1810, cuando los países latinoamericanos bajo el dominio español comenzaron a independizarse, Inglaterra se propuso evitar que estas ex colonias cayeran en manos francesas o estadunidenses {sic}. En las siguientes décadas, los ingleses ya se habían encargado de construir en nuestros países varios ferrocarriles destinados no a beneficiar el transporte interno de materias primas y mercancías, sino a facilitar la salida de éstas al mar, con destino al Reino Unido. En 1850, estaban ya terminados el ferrocarril de Maná, en Brasil; el de Copiapó, en Chile, y el de Veracruz-El Molino, de México. Siguieron, pocos años después, en Colombia el de Aspinwall-Panamá y, en 1857, en Argentina, el de Buenos Aires-Suroeste.
Pocos años más tarde unas cuantas empresas inglesas se habían ya apoderado del cobre chileno y creado un imperio azucarero en el archipiélago de Sotavento, las Guayanas, Jamaica, Haití, Guadalupe, Puerto Rico, las costas peruanas y desde luego, Cuba, cuyo dominio no tardaría en pasar de las manos británicas a las estadunidenses; esta isla del Caribe no sólo le sería útil a Estados Unidos para hacer de ella un gran burdel en beneficio de la mafia, sino también para controlar la producción y el aprovechamiento de algo más que el azúcar y el tabaco: el níquel, el cobre, el hierro, el manganeso y el tungsteno.
Entre las fuentes y documentos a los que podemos acudir para ratificar las inmensas depredaciones que ha sufrido nuestro continente, destaca desde luego el libro del uruguayo Eduardo Galeano Las venas abiertas de América Latina, uno de los recuentos más lúcidos y completos y, diría yo, más dolorosos, de la expoliación que han sufrido nuestros pobres países al “asociarse” con empresas extranjeras representantes del capitalismo más puro y salvaje. Esto no hubiera sido posible, desde luego, sin la corrupción y la connivencia criminal de gobernantes latinoamericanos siempre dispuestos a asociarse con los intereses extranjeros para completar la mancuerna. Los casos han sido numerosos. Entre ellos, por ejemplo, el del presidente Castelo Branco de Brasil, quien le entregó a la US Steel el derecho de adquirir 49 por ciento de las acciones de los yacimientos de hierro de la sierra de Los Carajas. Esta empresa, nos cuenta Galeano, se encargó también de sacar, y transportar en sus propios buques, “todo el hierro que se extraía en cantidades gigantescas del Cerro de Bolívar el Venezuela”, como nos cuenta Galeano. Otro ejemplo es el del sanguinario dictador guatemalteco, Jorge Ubico, quien le otorgó a las empresas cafetaleras y bananeras extranjeras lo que Galeano llama “el derecho a matar”, al exentar a los finqueros de responsabilidad criminal respecto a la muerte de sus trabajadores.
Estos finqueros eran, por supuesto, representantes de la United Fruit, el gigante estadunidense que les hizo merecer, a los países centroamericanos por él explotados, el nombre de Repúblicas Bananeras. “Mamá Yunai”, como se llamaba a esta empresa –y tal fue el título de la novela del costarricense Carlos Luis Fallas– ejerció durante muchos decenios una explotación inmisericorde de sus trabajadores, corrompió gobiernos, organizó matanzas y puso y depuso a dictadores. Fue también la responsable, la United Fruit –y esto no lo dice un libro escrito por un comunista: lo dice la Enciclopedia Británica–, del asesinato del líder colombiano Jorge Eliécer Gaitán durante el Bogotazo de 1948.
Hubo, sí, mandatarios que lucharon contra estos intereses. Su destino fue trágico.
A fines del sigo XIX, el presidente Balmaceda, de Chile, anunció su intención de nacionalizar los distritos salitreros del país. Los barcos británicos bloquearon las costas de Chile y Balmaceda, derrotado y derrocado, se suicidó. Ya entrado el siglo XX, en 1930, cuando el Congreso Argentino estaba a punto de votar la ley que disponía la nacionalización del petróleo, el presidente Hipólito Irigoyen fue derribado por el general José Félix Uriburu.

Los veneros del Diablo

La frase que aparece en el poema La Suave Patria, del gran poeta zacatecano Ramón López Velarde, resultó profética: el petróleo es un regalo que nos dio el Diablo.
Casi no hubo materia prima importante producida en la América Latina: el salitre, el nitrato de sodio, el azúcar, el algodón de Marañao, el cacao “que alumbró las fortunas de la oligarquía de Caracas” –Galeano– que no fuera objeto de la codicia y del pillaje primero británico y después estadunidense: Estados Unidos comenzó a ganarle terreno al decadente imperio británico y comenzó así el reinado de Union Carbide, Cynamid, Minnesota Manufacturera, Dow Chemical, Lever Brothers, Westinghouse y una veintena más, estadunidenses primero, multinacionales después, que se encargaron de imponer y sostener a todos aquellos sátrapas que las apoyaron: dictadores de opereta, sádicos, carniceros, feroces, asesinos, histriones y dementes. La lista es muy larga.
Ya para entonces, también, el petróleo se había vuelto el rey de las materias primas. Descubierto en lo que es hoy Irak hace más de 2 mil años, fue en un país vecino, Persia –hoy Irán–, donde, en 1901, Gran Bretaña consiguió del Sha Muzafarr al-Din la concesión para la explotación de la región. En unos cuantos años siguieron Kuwait, Bahrein y la conquista de Bagdad, la ciudad que fue clave para los británicos en su camino a la India y sobre todo en la ruta hacia los campos petroleros iraníes. Tras la Segunda Guerra Mundial, fue Estados Unidos, no Inglaterra, el país que aseguró en su beneficio los suministros petroleros de la región saudita, cuando, a bordo del barco Quincy, en aguas de Suez, Roosevelt celebró un tratado con Ibn Saoud, el fundador de la moderna Saudiarabia.
Una quincena de años antes, dos empresas petroleras, la Standard Oil de Nueva Jersey y la Shell, provocaron la guerra de El Chaco, el conflicto más cruento de toda la historia de América Latina, en el cual se enfrentaron los dos países más pobres del continente en ese entonces: Bolivia y Paraguay. Más de 80 mil bolivianos y 40 mil paraguayos pagaron con sus vidas. Nuevamente, no fue un comunista el que denunció el siniestro papel que jugaron estos dos gigantes: lo hizo un personaje de la política estadunidense, Huey Long, senador y después gobernador de Luisiana.

El Diablo en México

Es de suponerse que los mexicanos conocemos bien la historia de nuestro petróleo. En 1938, la nacionalización realizada por Lázaro Cárdenas afectó profundamente los intereses petroleros de varias naciones como Inglaterra, Holanda y los Estados Unidos. Entre las empresas nacionalizadas se encontraban, como lo señala la Enciclopedia de México de Rogelio Álvarez, la Huasteca Petroleum Co., la Sinclair Pierce Oil Co., la Standford y Cía., la California Standard Oil, la Consolidated Oil Co., la Atlantic Gulf Refining y la Transportation Co. A pesar de que México cumplió con el compromiso contraído para indemnizar a esas compañías, la estadunidense Standard Oil y la holandesa Royal Dutch bloquearon las exportaciones mexicanas de petróleo y abastecimientos para pozos y refinerías. Éstas y otras empresas ya se habían encargado de agotar, y llevarse consigo, la riqueza de la “Faja de Oro”, en los tiempos en que México cubría 25 por ciento de la demanda petrolera planetaria.
Pero el presidente Cárdenas no fue derrocado por los militares. No fue asesinado. No se suicidó. No acabó sus días en el exilio. A sabiendas de que a Estados Unidos le convenía tener a su alcance la riqueza petrolera mexicana para acaparar la producción e incluso apoderarse de ella si era necesario, obligó a México a declararle la guerra al Eje. México había sido neutral durante la Gran Guerra. Esta vez, esa posición era intolerable. Y fue entonces cuando se maquinó, de la manera más burda, el casus belli indispensable: el supuesto bombardeo, por parte de submarinos alemanes, de varios buquetanques petroleros: el Potrero del Llano, el Faja de Oro, Las Choapas y el Amatlán.
Con algo más pagamos: con la participación en la guerra de más de 15 mil mexicanos que vivían en Estados Unidos (Enciclopedia de México), y la muerte de cinco pilotos mexicanos del Escuadrón 201 en la guerra del Pacífico. Y también con el trabajo de decenas de miles de braceros mexicanos que exigían los agricultores del sur de Estados Unidos para levantar sus cosechas de algodón, uva, betabel, naranja, y otras frutas y verduras.
A pesar de que faltaban veinte años para que el carismático líder César Chávez creara una organización que defendiera los intereses de los inmigrantes en esas tierras, siempre humillados y explotados, los braceros mexicanos descubrieron algo en ellas que era un poco mejor que el infierno, y que les permitía llevar dólares a su país. Y éste fue el detonador de lo que se convirtió en la inmensa e incontrolable emigración de mexicanos hacia Estados Unidos.
Es, pues, la historia, y no la histeria, la que nos proporciona razones más que suficientes para desconfiar de nuestra asociación con cualquier empresa extranjera.

Tuesday, April 15, 2008

Letras Libres Abril 2008




El número reciente de Letras Libres no tiene desperdicio. Muchos han valorado los textos en referencia a Octavio Paz pero creo que tampoco deben despreciarse las valiosas contribuciones de Bartra escribiendo, a estas alturas, acerca de la vuelta del populismo; y un ensayo de José Ramón Cossío sobre la laicidad del Estado.

Paz a José de la Colina:
"Eres uno de los poquísimos escritores de tu generación, para no hablar de los más jóvenes, en México y en otros países de nuestra lengua, que escriben realmente. Los otros, la mayoría, no escriben: discurren, se “comunican”, practican premiosamente un idioma aprendido no en sus casas, no mamado, sino leído en traducciones de manuales de sociología y otras “ciencias”. Los pedantes del siglo XVII eran pedantes en latín, griego y hebreo; los de ahora lo son en la jerga de los profesores de economía y de la de los psiquiatras..."

Y el México de Salvador Elizondo:
"La vida en este país es verdaderamente imbécil. Sin embargo, ahora ya estoy más calmado y empiezo a trabajar. Tengo que hacer que mi vida sea productiva de cualquier manera. México es un país condenado al fracaso. Ámbito de lo banal y de lo falso. En estos meses que he pasado aquí me he podido dar cuenta de que aquí no hay nada que hacer. Los hombres aquí están condenados al silencio y el espíritu no es sino una posibilidad de diálogo. El ejercicio de un lenguaje común. Ese lenguaje no existe aquí. Los únicos términos comunes a los lenguajes que hablan los mexicanos son “chingada” y “mierda”. Lo único que producimos en alto grado de excelencia es la cursilería. La cursilería mexicana además de ser totalmente intrascendente es verdaderamente rampante. Por cierto que ayer me puse a releer a Neruda. ¡Es verdaderamente deplorable! La tragedia de los comunistas es que son todos gentes de un mal gusto verdaderamente siniestro. ¡Qué horror de gentes! Miserables".

Algunas imágenes de mis vacaciones





Qué chido me la pasé las pocas horas que pude estar al lado de mi sobrino, quien es la muestra fiel de que esta humanidad no está tan dada al traste.

Me anduve paseando por esta ciudad mia a la que tanto quiero y de la que tanto reniego y por si fuera poco comi como de todo.. en fin... supongo que asi somos los bazaldúa... sí, ya sé lo que algunos pensarán: que como que ya es un poquito tarde como para andar subiendo fotos de las vacaciones; pero es que ni tiempo habia tenido y todo parece indicar que por cuestiones familiares la próxima semana se pondrá todavía mas presionante, pero ni modo, uno tiene que aguantarse y mostrar un rostro que pudiera no ser el verdedadero, y no es que uno sea cínico sino que simplemente hay momentos en que uno debe de poner el hígado y sobre todo el corazón de por medio, solo espero saliendo del leve apuro poder salir aunque sea un ratito de aqui... ¡ay hermanita, nos va hacer mucha falta tu temperamento a partir del próximo martes, bien sabes porqué!
¡quiero irme al d.f.!!! en estas estamos

Masacres


En México, el uso del ejército para cubrir debilidades, errores, corrupción y abusos de la dirigencia política no fue frecuente pero tampoco raro. Ahí está la matanza de León por el ejército el 2 de enero de 1946, producto de un fraude electoral que al final no pudo sostenerse. Algo similar volvió a ocurrir en la plaza de armas de San Luis Potosí el 15 de septiembre de 1961, cuando se recurrió a la violencia para reprimir la protesta de los navistas por un fraude electoral. A la matanza que el ejército ejecutó el 30 de diciembre de 1960 en Chilpancingo le seguiría otra en Iguala y a la Asociación Cívica Guerrerense se le negó cualquier triunfo electoral; ahí se planteó la semilla de la guerrilla de Vázquez y Cabañas. El México en que actuaría esa guerrilla sería el urbano conmocionado y afectado por otra hasta el día de hoy: la masacre del 2 de octubre de 1968. A esa represión le siguió la guerra sucia de los años setentas y la decadencia del sistema priísta.
Conviene recordar que no se repita el 7 de junio de 1952 cuando la protesta de los partidarios de Henríquez en la Alameda fue aplastada por los guanacos: carros blindados de la Brigada Motomecanizada, policías y soldados. Tras seis horas, con un saldo indeterminado de muertos y heridos, se impuso la verdad oficial: el triunfador era el candidato del presidente Adolfo Ruiz Cortines y no el de oposición.