Tuesday, July 13, 2010

Poder y naturaleza



Afectados por la alteración del poder de la naturaleza y por la distorsión de la naturaleza del poder, la agenda de prioridades se trastorna hasta perderse. Lo urgente desplaza a lo importante y allí andan los gobernantes que, a pesar de la circunstancia, buscan tomarse fotos con los miserables para hacer creer que ahí estuvieron.
Casi por temporada, los gobernantes anuncian desastres naturales, reclamando la solidaridad urgente que, a la hora de ejercer el presupuesto, niegan a la ciudadanía. Entre el mal tiempo y el mal gobierno el numero de damnificados forma ya parte de la estadística nacional. Año tras año, la inercia del calendario impone la desgracia natural en turno que, superada en su expresión mas trágica, deja ver enormes capas de negligencia e indiferencia frente a algo que pese a su carácter natural, tenía mucho de error humano.
Vienen los llamados urgentes a buscar alimentos enlatados, agua, pañales, depósitos en cuenta y pasada la emergencia, las malas costumbres y las viejas rutinas regresan, apelando al azar para que el año entrante no se repita el desastre correspondiente.
Pasada la emergencia viene el descuido. Las políticas de fondo se abandonan. Los planes para reubicar colonias, para evitar la deforestación se aflojan. Entre el cambio climático y el gobierno defectuoso, año tras año, algún grupo de paisanos se topan con la perdida del patrimonio, de la osalud o de la vida. La foto de aquel hombre que arrastra el rio, de la casa con paredes pero sin techo, la imagen captada donde infinidad de manos claman una despensa. Todas esas ya no son estampas nuevas.
Anima ver como la ciudadanía se organiza para ayudar a sus vecinos y se moviliza para hacerles sentir que no están solos. Pero desanima que solo ante la emergencia se reconoce la gravedad de que no se ha hecho lo que se debe. Lo pero es que superada la emergencia provocada por el poder de la naturaleza, viene la denuncia de la naturaleza del poder que, a sabiendas de lo que podía ocurrir, desvió los recursos, abandono la obra, olvido el mantenimiento, tolero el asentamiento humano donde no debía o licito la obra a quien nunca la hizo.
En tiempos normales, fuera de emergencias, es de lo mas común ver como mas de un servidor publico conserva su cargo a pesar del escarnio que hace del mismo. Pedirle a la ciudadanía que se una sin reparo frente a las desgracias, se guarde su desconfianza ante las autoridades y obedezca lo que le pida es francamente imposible. Si cuando no hay desastres la arbitrariedad y la impunidad es marca de la conducta de muchos de quienes ocupan un cargo de representación o ejercen un mandato, no se puede pedir a la ciudadanía depositar en ellos su confianza y seguridad a la hora de los desastres.