Faltaba poco para el amanecer del día de Navidad, cuando llegamos a casa desde la rue d'Odessa con un par de negras de la compañía telefónica. La pasión se había extinguido y estábamos todos tan cansados, que nos metimos en la cama con la ropa puesta. La mía, que había pasado toda la noche saltando como un leopardo, se quedó profundamente dormida, cuando estaba subiéndole encima. Por un rato, la magreé como quien lucha por salvar la vida a un ahogado o a un asfixiado. Después me di por vencido yo también. Durante todas las fiestas bebimos champán por la mañana, al mediodía y por la noche: el champán más barato y el mejor.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment