Más allá y más acá del barullo, en las entrañas adoloridas de
México, actúan silenciosos los estupendos seres humanos que hacen cosas sin
pretender más que servir, más que construir. No hacen política inventando
"sociedad civil": son sociedad sin adjetivos y edifican sociedad a
secas. Son personas que promueven servicios médicos para necesitados, difunden
ideas y métodos para el autoempleo, otorgan becas para niños y jóvenes, curan
las heridas del hambre y la enfermedad, organizan cooperativas de trabajo. No
declaran, no elaboran documentos para los que solicitan firmas. Están fuera de
plana, de foco y de aire: generan hechos, no boletines de prensa. Son vivos que
no hacen ruido pero construyen o reconstruyen "esa vida tan preciosa en
que no creí creer" a la que cantó Unamuno. Erguidos sobre sí mismos y más
altos que su propio dolor, sobrevuelan chismes, rumores y discursos; son
independientes de la palabrería ajena.
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