Lunes
Quien mata de lejos lo ignora todo sobre
el acto de matar. Quien mata de lejos ninguna lección extrae de la vida ni de
la muerte: ni arriesga, ni se mancha las manos de sangre, ni escucha la
respiración del adversario, ni lee el espanto, el valor o la indiferencia en
los ojos. Quien mata de lejos no prueba su brazo ni su corazón ni su
conciencia, ni crea fantasmas que luego acudirán de noche, puntuales a la cita,
durante el resto de su vida. Quien mata de lejos es un bellaco que encomienda a
otros la tarea sucia y terrible que le es propia. Quien mata de lejos es peor
que los otros hombres, porque ignora la cólera, y el odio, y la venganza, y la
pasión terrible de la carne y de la sangre en contacto con el acero; pero
también ignora la piedad y el remordimiento. Por eso, quien mata de lejos no
sabe lo que se pierde.
Las aventuras del capitán
Alatriste
Martes
Libros:
Entre la libertad y la igualdad:
introducción a la filosofía del derecho
De:
Rodolfo Vázquez
Editorial:
trotta
Normas, razones y derechos: filosofía
jurídica contemporánea en México
De:
Rodolfo Vázquez
Editorial:
trotta
Miércoles
Fin de
sexenio
Excepción
hecha de Zedillo, desde el diazordacismo los fines de sexenio han sido
trágicos, dramáticos o patéticos. Al parecer, los mandatarios saben terciarse
la banda presidencial al pecho pero no desprenderse de ella. Dejar el poder no
se les da. Sólo imaginar la nostalgia por el poder, los ciega y es cuando
empiezan a cometer locuras: lloran y se arrepienten, cobran venganza al
sentirse incomprendidos o quieren asegurar su legado, cualquiera que sea, a
fuerza de complicarle la vida a su sucesor. Los cierres de sexenio han dejado
más cicatrices que gratos recuerdos. Una y otra vez, los soportes de la
estabilidad política, económica o social han sido vencidos por megalomanía de
los presidentes que, a punto de dejar de serlo, se sienten imprescindibles y
luego no saben dónde esconderse o adónde huir.
Jueves
Sabias
palabras de Pamuk:
Los peores libros son las malas novelas.
Así como los buenos libros me dan motivos para estar vivo, las malas novelas me
deprimen y cuando noto este sentimiento aflorando de sus páginas, paro.
Asimismo, no dudo en salir de una sala de cine si la película es mala. La vida
es corta, y nosotros deberíamos respetar cada momento de ello.
Viernes
Revolviendo
en mis correos antiguos tropecé con varias sorpresas, entre otros este texto (Las
tres plagas) del 26 de abril de 2010 de Guillermo Fadanelli:
Nuestro país sufre el acoso de tres
plagas que amenazan con no marcharse jamás hasta que pongamos el remedio sea
por el medio que sea. Las describo brevemente.
La primera plaga: es necesario que los
malos no nos engañen haciéndonos creer que son los buenos. No son los narcos el
enemigo más importante de nuestra sociedad. Eso es una falacia y también un
señuelo. Es la policía corrupta e inmoral que tiene como objetivo brindarnos
seguridad la que ha puesto en peligro la idea de un estado sólido. No son
confiables. Contra ellos debe llevarse a cabo la verdadera guerra.
La segunda plaga son los empresarios que
carecen de responsabilidad social. Van contra de uno de los principios de Rawls
que más aprecio. Si vas a enriquecerte debes crear bienestar para el resto de
las personas de tu comunidad o por lo menos no hundirlas más ni aprovecharte de
su indefensión.
La tercera plaga a la que me referiré es de todos conocida. La muerte de
la representación pública en manos de los partidos políticos. Ocupados en sus
propios intereses, en el ascenso jerárquico de su posición, en su bienestar
económico no son capaces de unirse ni de acordar medidas para remediar los
problemas que cualquier persona podría enumerar sin ningún apuro. Buscar
alternativas a estas instituciones de ideología imprecisa, esmeradas en la
corrupción y, además, objeto del más grande desprestigio, es una tarea a la que
sin duda deben avocarse los ciudadanos.
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