de Guillermo Sheridan
Entre el tiradero de cadáveres, las cataratas de decapitados, encajuelados, acidificados, amputados; entre los alaridos y los gritos, las persecuciones, los retenes, las balaceras, las granadas, los helicópteros y los chalecos antibalas; entre el chirriar de dientes, el chillido de los neumáticos, las sirenas ululantes y los disparos nocturnos; entre los chorros de lágrimas y sangre los ricachones se exhiben en las zonas higienizadas de los diarios, todos fashion.
Entre los géisers de hojalata y polvo, entre los racimos de niños miserables decorados de moscas, mocos y manchas, los tragafuegos astrosos, las ancianas perchero, las putas flamígeras, los mendigos que cargan sus costras de cochambre, los ricachones beben drinks.
Entre el esputo de los demagogos, la morriña de los diputados, los balbuceos de los gobernantes, los alaridos de los líderes sindicales, la alharaca de los mesías, el tartamudeo de los gobernantes, los ricachones eligen yate.
Los ricachones en la pasarela de su chabacanería, más veloces que su arribismo. Sentados en la corte de los milagros de su boato tercermundista. Estelares en el show de su prepotencia.
Se miran, se aplauden, se retratan, se enseñan.
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