Como
era de esperarse, el combate a la corrupción desde Los Pinos fracasó. La inútil
Secretaría de la Función Pública, inventada como Secretaría de la Contraloría
por el presidente Miguel de la Madrid en 1982, fue suprimida treinta años
después. Misión imposible: la corrupción no era una plaga del sistema político
mexicano, era el sistema.
Nunca
hizo falta una burocracia adicional para atrapar a los funcionarios corruptos.
Se sabía quiénes eran, y estaban advertidos; no para encarcelarlos, sino para
tenerlos chantajeados y sumisos. Lo importante era el respeto al principio
estructural del sistema: el Supremo Árbitro es el dueño del queso.
Siempre
se supo que crear trámites crea oportunidades de extorsión. Sirven para que
nadie pueda hacer nada sin permiso.
Ni el
poder ejecutivo, ni el legislativo, ni el judicial, han demostrado capacidad de
autodepurarse. El combate a la corrupción tiene que ser emprendido por la
sociedad desde abajo y desde afuera. Los simples ciudadanos deben empezar por
los charalitos. Los peces gordos pueden ser enfrentados por la gran prensa, las
grandes empresas, los intereses extranjeros. Lo que está al alcance de grupos
voluntarios es sanear dependencias menores con una acción externa eficaz y
tenaz.
Alguna
vez propuse hacer una Enciclopedia de la mordida en México que detallara dónde,
cuándo y cuánto hay que dar, como las guías turísticas informan sobre las
propinas.
(http://monitordecorrupción.org).
Habría
que empezar por las mordidas más frecuentes y de monto menor, porque son más
fáciles de compilar significativamente, porque afectan a más personas y porque
suprimirlas no tiene un costo político excesivo (los jefes perderían control
mafioso, pero ganarían oportunidades de adornarse).
Construir
mapas urbanos donde se pongan banderolas en los lugares más corruptos, con
todos los detalles, exhibiría a las autoridades y tendría consecuencias. Que
desaparezcan las mordidas de tránsito, por ejemplo, es perfectamente posible y
tendría un efecto multiplicador: una vida más digna de respeto para los
policías, un ejemplo estimulante para otros grupos voluntarios y un mejor clima
social: la satisfacción de vivir en un país que mejora.
No comments:
Post a Comment